PORQUÉ EL HUMOR ES EL SIGNO DE LA... MÁXIMA INTELIGENCIA.
Por Alejandro Martínez Gallardo
14 Junio 2017
No tomarse las cosas
muy en serio,
por ahí va...
Diversos estudios muestran que las personas consideradas como chistosas, evaluadas como con un buen sentido del humor, tienen también un alto coeficiente intelectual.
Igualmente, varios estudios muestran que los hombres con buen sentido del humor son considerados como más atractivos. Tal vez el humor sea el más sincero afrodisíaco.
Más allá de esta correlación, el humor es un signo de inteligencia en tanto que demuestra una perspectiva ligera y clara de la realidad.
El hombre o mujer que torna el mundo en risa, en gozo, está ejecutando una dinámica de no tomarse demasiado en serio el mundo, lo cual es la puesta en escena de un axioma, de entender correctamente un principio de la realidad.
El mundo es a fin de cuentas impermanente, la identidad a la cual nos aferramos es polvo, no tiene solidez, es una designación conceptual.
El mundo es incierto, una gran ficción. Si no tienes definición, si todo está abierto, puedes ser otro. Jugar es lo correcto. Tomarlo con humor es tomarlo con filosofía.
El humor es el amor a la creatividad del ser:
nos estamos recreando cada instante (el polvo de estrellas de nuestras células es una mezcla volátil de génesis y fin del mundo).
El humor es superar el error de lo literal, ir más allá del encasillamiento de la lógica de que las cosas son sólo esto o esto otro (y no todo y no nada).
El humor es la acción del reconocimiento de que el mundo es un sueño, y que podemos estar despiertos sin que haya un final (cuando te despiertas en un sueño, lo único que queda es jugar con la realidad inocuamente).
En el humor ensayamos a cambiar nuestra forma de ver el mundo y eso nos permite, eventualmente, hacer que las cosas sean distintas, que sean como el mejor humor que tenemos.
Como esa dicha de verlo todo en una profusión de júbilo emanando cascadas-carcajadas desde el centro de la conciencia. La ficción es subversiva, el estirar la liga esculpe la realidad.
Escribes tu autobiografía, pero sabes que la persona de la que escribes es sólo un personaje; en realidad, es muchos personajes...
Es la experiencia de los grandes maestros que perciben el mundo de manera no-dual que el solo hecho de que las cosas se manifiesten, pese a que realmente no existen, es tan asombroso que estallan en risa.
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