Una experiencia más en la nueva realidad: percepciones de un futuro plenamente presente
Cada vez que tengo la oportunidad, y la ayuda, de
tener percepciones de la nueva realidad a la que vamos, nuevo nivel
evolutivo, nueva densidad, aunque sea solo por unos pocos minutos,
vuelvo con la impresión de que, literalmente, esto de irnos a una “nueva Tierra” es como irte a vivir a otro país.
Anoche, en una meditación con unos compañeros, nos
guiaron para que, la energía conjunta del grupo, elevara la vibración lo
suficiente como para “conectarnos” de nuevo, sintonizar este nuevo
barco, y recoger cuatro impresiones del entorno existente en ese próximo
nivel evolutivo, de conciencia y vibracional, al que nos estamos
acercando.
Todo lo viejo y actual, se queda atrás
La sensación, filtrada y acotada por mis propios procesos mentales y mi propio entendimiento y decodificación de lo que percibo, es la de una enorme liberación,
la de dejar atrás el mundo que, a lo largo de cientos de encarnaciones,
hemos conocido, luchado, aprendido y experimentado.
Anoche me fui a
dormir como quien está listo para dejar todo en esta existencia actual,
coger el avión y marcharse a ese nuevo país, sabiendo que nada nos hace
falta llevar con nosotros, y, que el tiempo que resta en este entorno
actual, cada vez más llega al punto donde, literalmente, no importa más
que suceda en el viejo barco, sino que solo tiene sentido prepararse
para largarnos al nuevo. Que conste, una vez más, que esa es mi
percepción personal.
La sensación, también, “estando” en esa nueva Tierra,
es que todo lo anterior, lo actual, lo vivido, queda muy lejos. Esto es
literal. Ayer durante unos 15 minutos, que me sentí “teletransportado”
(de nuevo, no lo toméis al pie de la letra, es una interpretación
subjetiva de lo que sentí) a la nueva Tierra, la vieja se sentía a años
luz, y había perdido toda su razón de ser.
Sabia que seguía existiendo,
nada se desvanece por arte de magia, el mundo actual no “desaparece”,
sino que somos nosotros los que nos vamos del mismo hacia otro, que ahora mismo no vemos cuando estamos en nuestro estado de vibración normal.
Es la misma sensación que cuando uno pasa de un curso
a otro, en la misma escuela, dejas de asistir a las aulas del tercer
piso y empiezas a asistir a las aulas del cuarto. Además, lo que ya has
estudiado queda atrás y no le prestas atención, pues todo tu entusiasmo y
motivación están puestos en el nuevo año escolar que tienes por
delante, y lo que suceda a partir de ahora en ese tercer piso, para ti
no son más que ecos lejanos de un sitio por donde, en algún momento,
también pasaste en el camino de tu estudios de crecimiento personal.
Como cambiar de país, pero esta vez sin equipaje
Al igual que como cuando coges un avión para irte a
vivir a otro país, tu país de origen sigue estando en su sitio, tu
ciudad sigue su vida normal, sus habitantes siguen a su rollo con sus
quehaceres diarios, la vieja Tierra sigue con sus cosas mientras parte
de la humanidad se va moviendo a la nueva.
Se que volvemos a la pregunta de siempre, ¿notarán en
mi ciudad, en mi entorno, que me he ido del país? ¿me echarán de menos o
se acordarán de que alguna vez viví ahí? He dejado de tratar de tener
una respuesta clara para esa pregunta, hasta que no comprenda del todo
como funciona la pasarela de paso entre ambos mundos y como se produce
la transición final, cuando podamos literalmente abandonar para siempre
el barco viejo y no volver más al mismo.
En las ocasiones que he podido conectarme con esa
nueva Tierra, yo me siento “teletransportado” vibracionalmente, estando
en meditación. Las paredes de mi oficina se transforman en un verde
prado y, literalmente, me siento “aparecer” de la nada en él (eso
sucedió anoche).
Se que hay quienes están ya habitando ese nuevo nivel
de realidad, pero no estoy seguro que sean humanos que han transicionado
antes (igual me equivoco) sino otro tipo de seres que vienen a hacer el
cuarto curso evolutivo en nuestro planeta y que han llegado antes que
nosotros. Ya veremos si algún día puedo explicar más al respecto cuando
conozca más cosas.
Hace unas semanas, en otra meditación, aquellos que
nos asisten me regalaron unos prismáticos. La verdad es que no sabia
bien bien que hacer con ellos, durante unos días estuve haciendo
experimentos de visión remota pues pensaba que me indicaban que
trabajara esa técnica, pero ayer me vino que, más bien, tiene pinta de
ser la analogía para explicar que puedo empezar a otear ya regularmente
la nueva realidad y traer mis impresiones y aprendizajes de vuelta por
si a alguien le pudieran servir en su propio proceso de conexión.
Y es que, como dice El Principito, “lo esencial es invisible a los ojos, solo se ve bien con el corazón”.
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