EL CAMINO DE LA ASCENCIÓN... ES LA FUERZA DE LA EVOLUCIÓN.
Si permitís que vuestro ser discurra por regiones oscuras, será vuestro cuerpo quien prevalezca sobre vuestra mente y comenzarán a brotar sensaciones y apariencias distorsionadas de fuerzas y de recuerdos, de manera que si seguís descendiendo aparecerán de inmediato el odio, la venganza, la extrañeza, la posesión, los celos y el deseo de permanecer; un peldaño más abajo y os invadirá la frustración, el resentimiento y todos aquellos ensueños y deseos que desde siempre han provocado ruina y muerte a la humanidad.
Por el contrario, si impulsáis a vuestro ser en una dirección luminosa, encontraréis resistencia y fatiga a cada paso y esta fatiga del ascenso os traerá la sensación de que vuestra vida pesa, que vuestros recuerdos pesan, que vuestras acciones anteriores impiden el ascenso, por lo que la escalada será siempre difícil por la acción de vuestro cuerpo que tiende a dominar, y es que en el transcurso de la ascensión encontraréis regiones extrañas de colores puros y de sonidos no conocidos para vosotros.
Sin embargo, no debéis huir de la purificación que actúa como el fuego, rechazad el sobresalto y el descorazonamiento, así como el deseo de huir hacia esas regiones bajas y oscuras que parecen tan atractivas, pero que no lo son, o el apego a los recuerdos, y mantened la libertad interior con indiferencia hacia el ensueño del paisaje, porque la luz pura ilumina las cumbres de las altas cadenas montañosas y las aguas de los mil colores que bajan entre infinitas melodías irreconocibles os conducirán hacia otras mesetas y praderas cristalinas.
Y no temáis la presión de la luz que os aleja de su centro cada vez más fuertemente, absorbedla como si fuera un líquido o una brizna de viento porque en ella, ciertamente, está la vida y cuando en la gran cadena montañosa encontréis la estancia de la luz, enseguida reconoceréis la entrada, pero ello solo sucederá en el momento en que vuestra vida sea transformada al traspasar el umbral que conduce a la ascensión.
Recibiréis entonces la fuerza de la estancia de la luz y regresaréis al mundo de la densidad con una luminosidad inusitada, especialmente en las manos.
A partir de ese momento, entenderéis que ir contra la evolución de las cosas es ir contra vosotros mismos, que cuando forzáis algo hacia un fin producís exactamente lo contrario, por lo que no debéis oponeros a las grandes fuerzas, sino retroceder hasta que se debiliten y entonces avanzar con resolución porque las cosas solo marchan bien cuando lo hacen en conjunto, no aisladamente.
Y así, poco a poco, os acostumbraréis a no perseguir el placer sistemáticamente, porque de ese modo os encadenaréis al sufrimiento, aun cuando, en tanto en cuanto no perjudiquéis vuestra salud, podáis gozar sin inhibición cuando la oportunidad se presente, porque si perseguís un fin, os encadenáis, pero si todo lo que hacéis lo realizáis como si fuera un fin en sí mismo, os liberaréis.
De ese modo, haréis desaparecer vuestros conflictos cuando los entendáis en su última raíz, no cuando queráis resolverlos, por eso, cuando tratáis a los demás como queréis que os traten a vosotros, os liberáis y no importa en qué bando os hayan situado los acontecimientos, lo que importa es que comprendáis que vosotros no habéis elegido ningún bando; tened en cuenta que los actos contradictorios o convergentes se acumulan en vosotros, pero si repetís vuestros actos de unidad interna, ya nada podrá deteneros y seréis como una fuerza de la Naturaleza cuando a su paso no encuentra resistencia.
Así pues, cuando encontréis un gran poder, alegría y/o bondad en vuestro corazón, o cuando por fin os sintáis libres y sin contradicciones, inmediatamente agradecedlo en vuestro universo interior y cuando os suceda lo contrario reconocedlo también humildemente y volved a agradecerlo a la Madre Naturaleza, pues es ella misma la que os habrá puesto obstáculos en el camino para haceros ver que no estabais en la senda correcta; de ese modo, ese agradecimiento acumulado retornará convertido y ampliado en vuestro beneficio.
Angel Luis Fernández.
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