LA PAZ INTERIOR
Hay muchos libros, palabras, música y cuadros que están inspirados y guiados por seres de luz que se encuentran sobre la esfera y viven entre vosotros sin que os deis cuenta, pero sólo unos pocos lo saben a ciencia cierta.
Cuando veis y leéis y observáis algo, un cuadro, una voz, una película, un libro, ¿podéis notar la ternura?, ¿el calor?, ¿la cercanía? ¿Notáis el Amor que se destila y va impreso en cada verso de un poema especial?
Cuando una persona logra estar en paz consigo misma, cuando su sentimiento es de serenidad y de Amor hacia sí misma, hacia sus actos y hacia quien está con ella, con sinceridad en este acto de Amor, algo de su aura se despierta y forma pequeñas llamas lumínicas que llegan hasta los seres de luz más cercanos y en ese momento podéis saber que os están escuchando.
Si mostráis el corazón abierto, vibrando en Amor y aceptación, encontrareis en vuestra vida respuestas que os hagan continuar en una vibración semejante, pero si la vibración es negativa y juiciosa, si tendéis a echar rayos de juicios de valor sobre quienes os rodean, ya estén lejos o cerca, esos rayos energéticos regresarán a vosotros de alguna manera, y también os pueden motivar a devolver más sucesos que os hagan continuar en esa vibración de juicio.
La negación es muy común entre los seres humanos y muy dañina para vuestro espíritu, pues todo lo que se realice con una negación de antemano suele salir negativamente o salpicado de emociones bajas, así pues, no os dejéis llevar por esa emoción de negación.
Vibrad en aceptación, en Amor hacia todo lo que os rodea ya sea eso que tanto os cuesta aceptar, como lo que os gustaría que estuviese, vibrad con una alegría despreocupada y conseguiréis que vuestra esencia sea feliz, que podáis mantener la vibración de paz, en luz, salud y Amor.
Encontrad esos miles y miles de motivos que tenéis en el día a día para sonreír, para ser felices. La vida misma es una sonrisa, vuestro cuerpo sano, vuestro encuentro con lo divino, vuestro despertar, todo es motivo de sonrisa y de regocijo.
Angel Luis Fernández.
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