MIDIENDO NUESTRO CRECIMIENTO PERSONAL
Por David Topí
07/10/2016
Como muchos sabéis, en el pasado, las escuelas de Misterios del Antiguo Egipto guardaban grandes conocimientos, entre otros, los secretos de la propia naturaleza, las leyes que rigen la vida, las dinámicas y estructuras de como está hecho el hombre, etc., conocimientos que, por otro lado, no eran dados a cualquier persona, pues sólo unos cuantos, después de cumplir una preparación muy larga y muy rigurosa, eran considerados merecedores de que se les permitiera ingresar a estos templos del conocimiento para ser instruidos.
Muchas veces, el tiempo previo al ingreso llevaba varios años, y ya una vez dentro, prácticamente, seguía toda una vida de perfeccionamiento continuo.
Este tipo de crecimiento y evolución iba siendo guiado por aquellos que iban delante en el camino, así que podían, bajo un sistema de grados, niveles o escalafones, ir dando instrucción a otros que empezaban su andadura.
Lo que impacientaba a muchos aspirantes que, desde fuera, pudieran intentar comprender como esa evolución iba a darse y como “podía medirse”, si acaso, era entender bajo que reglas o bajo que criterios uno asume que realmente está avanzando y creciendo, y como alguien podía medir algo tan subjetivo como el propio crecimiento espiritual.
Las escuelas iniciáticas modernas siguen usando el rasero de los grados y niveles; enseñanzas como las de Gurdjieff hablan de “tipos de hombres” numerando a las personas en categorías del 1 al 7 según el desarrollo de su sistema energético, y se han “inventado” diferentes maneras de medir este crecimiento usando por ejemplo los elementos y su volatilidad o densidad (empezando por un estadio asociado al elemento Tierra y terminado en el elemento Fuego) o usando escalas asociadas a los diferentes niveles de la psique y de la consciencia para ello.
Potenciales latentes que se van desarrollando paulatinamente
Evidentemente todas estas escalas son subjetivas hasta cierto punto. Si me pongo a aprender, a sanarme, a transformarme a mi mismo, a cambiar mi vida, ¿cómo puedo medir en que estadio de ese camino me encuentro?
En general, todo desarrollo psíquico, energético, mental, de consciencia, etc., corresponde a una evolución del ser interno de cada uno, y sólo se observa que se ha alcanzado un nuevo nivel cuando ese desarrollo se manifiesta exteriormente por haber cristalizado ya en todos los estratos de la persona y por haber probado experimentalmente, o vivencialmente, el nuevo potencial y grado evolutivo adquirido. Es semejante al poder contenido en un cartucho de dinamita.
No se puede reconocer el alcance de su energía con sólo examinar el material externo con el que está fabricado. Dejar caer al suelo la dinamita tampoco pone a prueba la energía que contiene o lo que hay en su interior.
Hasta que se manifiesta correctamente utilizando los métodos adecuados, no se muestra su verdadera naturaleza y aquello que existe latente en ella, no dejando entrever realmente que es lo que no estaba siendo revelado.
Sucede lo mismo respecto al desarrollo psíquico, mental y místico. Todos los sistemas de diferentes técnicas o escuelas que ayuden al desarrollo del potencial humano tienden a formar una reserva de poder interior en la persona.
La naturaleza de muchas de las facultades y poderes psíquicos del hombre es conservativa, y están destinados a propósitos específicos, es decir, sólo se expresan en determinados canales y en determinados momentos de necesidad, pero mientras esos canales no se abran o desarrollen, las facultades o habilidades dormidas, pero innatas en el ser humano, no se manifiestan.
En general, esa caja de herramientas que todos poseemos cuando se usan en forma apropiada, tienen un valor incalculable pero, desde fuera, son difíciles de explicar, evaluar y medir, ya que solo la propia persona que las posee puede determinar como le son útiles en su vida o como dejan de serlo.
Talentos innatos
Solemos decir que cada uno de nosotros tiene una misión y propósito en la vida, y que no es otra cosa que la puesta en práctica de aquello que nos hace felices, porque nos gusta, porque somos buenos, porque lo hacemos bien, porque está alineado con nuestro camino y decisiones pre-encarnativas, etc.
Y por experiencia y convicción, sé que cuando uno trae una misión que cumplir, también trae ciertos talentos y ciertas habilidades especiales que aplicadas en la actividad correcta nos hacen sobresalir en algún aspecto concreto.
Nuestra evolución y crecimiento en la vida está generalmente apoyada en esas habilidades que vamos despertando con nuestro trabajo interior, y aquellos talentos que ya traemos de serie y los entrenamientos y aprendizajes que van aconteciendo en nuestra vida nos hacen perfeccionar muchas veces cosas que ya poseemos, quizás muchas veces más que despertar algo que está profundamente enterrado.
Cada uno tiene unos valores y conocimientos que bajo las fuerzas y entrenamientos adecuados de diferentes enseñanzas y técnicas despiertan esas habilidades innatas, pero no todo el mundo, siguiendo las mismas herramientas, usando los mismos entrenamientos o andando el mismo camino en la misma escuela esotérica llega al mismo grado de desarrollo de las mismas, ya que los raseros para su medición son lo suficientemente genéricos y amplios para que puedan dar cobijo a una amplia gama de estados evolutivos del hombre que puedan ser catalogados bajo el mismo grado o misma nomenclatura.
Evidentemente hay hechos que son objetivos, aunque no se puedan medir con instrumentos de la ciencia: uno puede tener una consciencia fragmentada en muchos Yos o puede solo tener un Yo unificado, eso denota un nivel evolutivo u otro, uno puede tener un cuerpo emocional o intelectual superior cristalizado, y manifestado, y otra persona no, eso implica un trabajo y un alto grado de crecimiento personal, uno puede tener los centros superiores de control activados y otros no, y eso provoca la activación de ciertas habilidades latentes.
Pero como llegar a ese tipo de desarrollo pasa por tantos caminos distintos que las técnicas que le sirven a uno no le sirven para nada al otro, unas herramientas o formas de entrenamiento para algunos son perfectas y para otros poco más que una perdida de tiempo.
Tu propio criterio personal
Al final, el criterio para medir si uno está avanzando en su propia vida tiene que pasar necesariamente por la reflexión interior de preguntas tipo: ¿son mis puntos de vista más amplios que antes sobre la realidad de las cosas? ¿tienen mis problemas el mismo poder para deprimirme, hacerme sentir temor o indecisión? ¿tengo más herramientas para acometer mis objetivos o desafíos?
Quizás al final solo exista una respuesta correcta cuando alguien intente medir nuestro nivel evolutivo, o nosotros mismos intentemos saber en que escalafón del mismo estamos, y es la respuesta a la pregunta: ¿estoy más alineado con el amor, con la verdad, con la paz, con la serenidad?
Si a esa pregunta siempre nos nace decir si, entonces ya podemos estar tranquilos de que hemos avanzado en cualquier escala de medida que escojamos al respecto o podamos así juzgar si lo que estamos recibiendo de otros nos está siendo útil de verdad.
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