Por Sarah Varcas
21 de Julio 2015
Por Sarah Varcas
Mientras
Venus emplea la gran mayoría de este período retrógrado en Leo, en
realidad cambia su dirección a Virgo. En este detalle descansa oculta la
clave de su entero viaje retrógrado: se trata de los matices, no de la
imagen completa.
Venus en Leo es llamativo y demostrativo, apasionado y
radiante, pero en las sutiles y modeladoras manos de Virgo él sabe que
la más confiable seguridad en sí misma nace del minucioso
autoconocimiento: la familiaridad con los enredos y vueltas de la psique
de uno mismo y sus influencias sobre nuestro bienestar y relaciones.
Cuando está retrógrado, Venus revela los puntos débiles de esas
relaciones, invitándonos a ver qué podría haber oculto. Ella descubre
las sutiles dinámicas que forman nuestras interacciones con los demás al
tiempo que nos recuerda que la relación más importante es con nosotros
mismos.
Venus retrógrado en Leo necesita
muy poco del mundo exterior. Él está seguro de su mundo intrínseco y no
requiere de afirmaciones externas. Esto puede ayudar pero también
entorpecer las relaciones. Podemos estar tan seguros de nuestra posición
que los demás se vuelven insignificantes ante nuestra seguridad en
nosotros mismos.
Alternativamente, la confianza en el autodominio, puede
habilitarnos para que voluntariamente demos completamente al otro sin
disminuir de ninguna manera nuestra percepción de nosotros mismos.
Saber que el amor del Divino fluye a través de nuestras venas nos
permite dar de ese amor lo que se requiera, seguros de que nuestras
reservas serán repuestas por siempre por la fuente sagrada. Para
aquellos con necesidad de este amor y afecto, nuestra atención llega
como una fuerza sanadora despertando su autoaceptación del amor.
El
desafío de este Venus retrógrado es salvar las distancias entre la
autosuficiencia aislada y la interdependencia revitalizadora. Lo hacemos
aprovechando las sutilezas virginianas. Venus no puede vivir sólo en su
interior y ser feliz, saludable y completo. Necesita conexión, confort,
afecto y unirse al crecimiento.
Venus aviva la llama del amor y nos une
para compartirlo. Él naturalmente trata de conectar, no de separar. Si
nos encontramos aislados durante este pasaje retrógrado, desconectados
de aquellos con los que buscamos intimidad, Venus nos anima a considerar
si nos volvimos tan autosuficientes que creemos que no necesitamos nada
ni nadie.
Esa creencia no nace de un ser soberano sino de un ser
atrapado, rodeado de muros defensivos construidos para evitar la
vulnerabilidad de la necesidad, dependencia y deseo. Venus nos invita a
preguntarnos cómo aseguramos nuestro aislamiento y como es posible que
no necesitemos a nadie en un mundo de siete mil millones de personas
interdependientes.
Nos pide reflexionar sobre hechos de dependencia: el
trabajo de extraños que nos aseguran tener agua en la bacha de la
cocina, los esfuerzos de nuestros ancestros en cuyo legado vivimos hoy;
el trabajo de quienes producen los alimentos que necesitamos para
sobrevivir.
Ninguna persona es una isla, siempre estamos presentes. En
un mundo interconectado, la interdependencia no es un fracaso, es una
realidad, no es debilidad, es una verdad fundamental cuya comprensión
puede salvarnos a todos.
Es tiempo de explorar
nuestra dependencia, de enfrentar los pensamientos y sentimientos que se
activan cuando reconocemos que nuestra propia vida descansa en manos
de otro. En verdad, cada uno de nosotros tiene la de otro en sus manos,
sustentando su florecimiento o aplastando sus delicados pétalos aun
cerrados con nuestra propia necesidad de control.
Cada uno de nosotros
tiene un enorme deber de cuidar a los demás tanto como a nosotros mismos
y debemos estar dispuestos a aceptar cada día la vulnerabilidad de la
interdependencia para nuestro propio bienestar y supervivencia.
Venus
nos recuerda que la autosuficiencia es una fortaleza sólo cuando nos
permite dar y recibir en igual medida. La necesitaremos en los próximos
meses para recorrer los altibajos del cambio y pararnos firmes en la
fase del desafío que nos amenaza con manejarnos, por supuesto.
Pero
igualmente necesitamos otros que vayan a nuestro lado, para alentarnos
mutuamente cuando la travesía se haga difícil, para compartir las
provisiones durante el viaje y los sueños de cada uno. No somos islas en
un océano de autoprotección; en cambio, somos una vida, que vive a
través de cada uno de nosotros para alimentarse y cuidarse a sí misma.
Mientras Venus viaja de vuelta a través de Leo, nos invita a conocernos a
nosotros mismos como al otro, para celebrar la dependencia y para
honrar el hecho de que cada uno de nosotros sostenemos la vida de otra
persona en nuestros corazones y en nuestras manos.
Todas las fechas son GMT
Sarah Varcas
©
Sarah Varcas 2015. Todos los derechos reservados. Se permite compartir
libremente este artículo en su totalidad si se otorga crédito total a la
autora, se distribuye libremente y se incluye la URL www.astro-awakenings.co.uk
Traducción: Olga Graciela Torres Morel
Difusión: El Manantial del Caduceo
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