Hemos hablado anteriormente del tema egregores. Hace
algunos meses, os comentaba que si tenéis un egregor público, hay que
mantenerlo a raya, y disolverlo de vez en cuando, lo que podéis ver en este articulo.
Entre otras cosas, porque aunque el egregor sea principalmente
positivo, y a priori no se deseara eliminar, por el efecto que tenga o
el apoyo que proporcione, hay que tener cuidado que no sea usado
indebidamente, como os expliqué en esta otra entrada sobre como me impersonaban en los planos no físicos
y como se usaba mi egregor personal (y el de otras personas que tienen
una faceta pública) por entes de otros planos y niveles, con el objetivo
de revertir cualquier “beneficio” o trabajo hecho por la persona hasta
ese momento.
El nacimiento de una forma mental
Pero, ¿cómo se forma exactamente un egregor o una
balsa de energía y como queda “flotando” alrededor del planeta, a
diferentes niveles frecuenciales? Repasemos aquello que explicamos en el
artículo sobre las enseñanzas pitagóricas de como está construida la realidad:
“Cuando Pitágoras definía, para sus alumnos, en sus enseñanzas, su conocimiento de como estaba formada la realidad, la describía como un “materialismo espiritual”, pues decía, y sabía, que toda la materia tiene conciencia, y, por ende, todos los niveles de existencia posibles, sean físicos o no, son planos espirituales, simplemente en diferentes grados de condensación vibratoria.
Para los pitagóricos, la existencia de nuestra realidad está basada en una trinidad de aspectos equivalentes y relacionados entre si: la materia, el movimiento y la conciencia, y ninguno de esos tres aspectos puede existir sin los otros dos. Toda materia se encuentra en movimiento constante y toda materia tiene consciencia.”
Puesto que toda forma de conciencia tiene asociado un
aspecto material, sea del grado de vibración y de condensación que sea,
es sencillo entender que toda forma emocional son agregaciones de
materia emocional o astral, que toda forma mental son agregaciones de
materia del plano mental, y que toda forma conceptual son agregaciones y
construcciones de materia causal (parte superior del plano mental).
Cada vez que pensamos y sentimos algo, porciones de
materia mental y emocional toman “vida” en construcciones mentales que
son expedidas de nuestros cuerpos sutiles.
La figura o aspecto que tenga
la forma mental viene determinado por el concepto o idea imbuida en el
pensamiento creado (un clarividente podrá ver como salen de tu mente y
de tu cuerpo mental diferentes figuras con diferentes formas); su
definición o nitidez viene determinada por la claridad del pensamiento
del creador (cuanto más detallada y clara la idea emitida, más nítida es
la forma mental generada), y su color y vibración por la calidad del
mismo pensamiento (pensamientos y emociones elevados, colores y
vibración más altos).
En conjunto, a mayor nivel evolutivo de una
persona, más claros, definidos y coloridos pueden ser sus formar
mentales y emocionales vistas extrasensorialmente
El propósito de las construcciones mentales
Estas construcciones mentales sirven a diferentes
propósitos: el primero, crear un envoltorio o “envase” material para el
pensamiento generado (sea el envoltorio o envase construido con material
causal, mental, emocional o etérico), luego, sirve para transportar
información entre cuerpos sutiles y así dotar o expandir el aspecto de
conciencia de la persona, y finalmente sirve para ejecutar o manifestar
un propósito definido por el generador de la forma mental (manifestar
algo por la persona, crear un tipo de realidad para sí misma, atraer un
cierto tipo de eventos, etc., siendo este el aspecto más popular de la
llamada ley de la atracción).
Puesto que cada expresión energética generada es una causa, tiene que tener su correspondiente efecto
según la ley universal de causalidad. Y este efecto puede ser como ya
podéis suponer de muchos tipos: constructivo, manipulativo, con
influencia buena o mala sobre el receptor, creativo, etc., pues la
conciencia proyectada de una persona a través de sus formas mentales es
capaz de influenciar todo aquello con lo que entra en contacto, como ya
habréis oído que sucede en los diferentes experimentos con partículas
sub-atómicas, donde lo observado se modifica por el efecto del
observador.
Si usamos el término “forma mental” para
incluir también a las formas causales, etéricas y emocionales, y hacer
así la terminología más simple, tenemos que saber también que todas
estas tienen una duración y vida determinada, y que su intensidad está
directamente relacionada con la cantidad de energía y vibración usada en
su creación.
Cuando una forma mental ha servido su propósito, en la
mayoría de los casos, se desintegra lentamente y vuelve a descomponerse
en la materia atómica causal, mental, emocional o etérica que lo formó,
liberando sus partículas constituyentes para que puedan ser usados por
otro para otro tipo de construcción.
El nacimiento de los egregores
La vorágine generadora humana de emociones
descontroladas y pensamientos constantes sin ningún tipo de propósito
definido ni control por parte de nuestra raza es la que ha creado densas
capas de “neblina” energética a todos los niveles no físicos .
Esta
“niebla”, dividida en grupos por resonancia de la energía que lo
compone, es lo que llamamos egregores o bolsas energéticas, y
definitivamente tienen un efecto mejor o peor en nuestro sistema
energético pues estamos influenciados por ellos.
No tenéis más que
pensar en los egregores de vuestros trabajos, hogares, vuestro barrio,
vuestra comunidad, etc. unos encima de otros, unos sobrepuestos a otros,
creando la atmósfera más “limpia” o más “pesada” que se respira o mejor
dicho, se siente, en uno u otro lugar.
Sin embargo, aunque a priori todo pensamiento o
emoción es un ente energético “pasivo” con su forma, color y definición
determinada, emociones poderosamente generadas y especialmente en su
aspecto de conciencia más negativo como odio, rabia, ira, etc., pueden
perdurar mucho tiempo.
Tanto que pueden llegar a tener autoconciencia,
es decir, convertirse en egregores autónomos, pues todo tiene conciencia
en algún grado, y dejar de estar supeditadas a la conciencia de la
persona que los generó para convertirse en entes individuales y auto
dirigidos.
Su presencia, entonces, por resonancia, se dirige y estanca
allá donde encuentre sustento para ser retroalimentada, bien por
personas que generan el mismo tipo de energía emocional o mentalmente,
bien si es dirigida por alguien o algo externo para manipular o causar
efectos destructivos, o simplemente para que sirva de alimento a
aquellos que se nutren de esta energía.
Al final, estos macro-egregores terminan siendo muy
difíciles de borrar y transmutar, siendo prácticamente imposible
hacerlo, quedando flotando a expensas de las corrientes energéticas que
circunvalan nuestro planeta.
Nuestro objetivo es dejar de alimentarlos,
asumiendo el control emocional y mental de nuestras vidas, para que, en
algún momento, se desintegren por ellos mismos. Desaparecida la fuente
que emite la energía que las forma, desintegrado el producto de la misma
por los procesos naturales de atracción y repulsión energética.
Como
veis, siempre volvemos a lo mismo, autocontrol emocional, autocontrol
mental, observación personal, introspección, autoconocimiento. Si es que
no hay nada “ahí fuera” que no dependa de nosotros mismos aquí dentro.
Lo veamos desde el ángulo que lo veamos, todo el poder está siempre en
nuestras manos.
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