Por Jennifer Hoffman
30 de Julio 2015
¿Qué
sucede cuando no consigues lo que deseas – y, a veces realmente no es
posible, como lo leerás aquí, pero obtienes algo más? Esta es la
historia de los zapatos negros estilo Mary Jane, los cuales fueron
populares en la década de los sesenta, cuando yo era una pequeña niña.
Aunque siempre desee un par de estos zapatos nunca los recibí, ya que
estaba paralizada debido a GBS (Síndrome Guillain Barre, parálisis
inducida por vacuna) aquel año. No conseguí lo que deseaba, los
zapatos, pero obtuve mucho más, aunque me tomó una buena cantidad de
años darme cuenta de aquello.
Estoy
compartiendo la siguiente historia contigo ya que aborda un componente
muy importante de sanación, aceptación y gratitud.
Agradecer, algo que
debemos aprender a hacer para que podamos volver a nuestra integridad;
centrar y expandir nuestra energía en los nuevos senderos de
experiencia. Sin gratitud nuestra perspectiva es limitada, poco
concentrada y permanece en el pasado. Sí, es difícil ser agradecido de
algo que parece no merecer nuestra gratitud.
Pero, entonces estamos
juzgando y por eso el no-juicio puede ser tan difícil. Mi experiencia
con los zapatos de Terciopelo Negro Estilo Mary Jane me proporcionó una
profunda lección de gratitud que ayudó a compartir mi gratitud con los
demás.
Cuando tenía
cinco años deseaba un par de zapatos de terciopelo negro estilo Mary
Jane. Eran sencillos, zapatos planos de vestir con una correa cruzada
en el empeine (eran populares en 1963), como se muestran en la
fotografía. Mi madre iba a comprarlos para mi hermana y para mí en
Navidad y yo estaba muy emocionada.
Pero
eso fue el año que estuve paralizada con GBS y pasé aquella Navidad en
el Hospital, inhabilitada de moverme o caminar. Mis zapatos de
terciopelo negro estilo Mary Jane no estaban bajo el árbol de Navidad
ya que no podría usarlos y mi madre era muy práctica como para comprar
zapatos que yo nunca calzaría.
Pasarían muchos años antes de que
pudiera calzar zapatos normales elegantes nuevamente porque fui equipada
con aparatos ortopédicos que fueron acoplados a zapatos ortopédicos de
cuero café (los cuales me parecieron muy desagradables).
El personal
del hospital hizo todo lo posible por acoplar los aparatos ortopédicos a
los zapatos de terciopelo negro estilo Mary Jane que yo tanto deseaba,
pero no fue posible. Y, para cuando pude caminar nuevamente, ese
estilo de zapatos pasaron de moda (y no los desee más).
Aunque
ya no deseaba más los zapatos, sin embargo, llegaron a representar
algo muy diferente para mí, todas las cosas que no podía tener y hacer
debido a mi enfermedad. Y cuando vi a mi hermana caminando en sus
zapatos de terciopelo negro después de aquella Navidad, me recordó que
otras personas tenían cosas que yo no tendría.
Así que resentí mi
condición, mi incapacidad para caminar. Me enfoqué en lo que no tenía,
en lugar de, en lo que tenía – mi salud, mi inteligencia, mi intuición y
el don de finalmente volver a caminar.
Durante
mi larga estadía en el hospital, hice amistad con una chica de 13 años
que tenía polio. Ella era agradable, amable y era hija única (lo cual
me pareció genial). Sus padres iban al hospital a visitarla todos los
días y ellos lloraban mucho porque sabían que ella nunca volvería a
caminar.
Recuerdo el día en que abandoné el hospital, en una silla de
ruedas con mis aparatos ortopédicos, zapatos ortopédicos y muletas, y
ella me dijo cuan afortunada era porque yo sería capaz de caminar algún
día. Ella sabía que, ella nunca podría caminar nuevamente.
No
pensé en lo muy afortunada que era porque todavía estaba enojada por
no conseguir mis zapatos, lo cual era muy importante para mí en ese
momento. Y en mi enojo y resentimiento olvidé que tenía mucho por
agradecer, ya que no tenía que estar en una silla de ruedas, con
aparatos ortopédicos y muletas por el resto de mi vida.
A medida que
avanzaba a través de mi sanación física pensaba en mi amiga del hospital
y me preguntaba cómo estará ella. Hubo momentos en que me sentía
culpable porque ella estuvo en lo correcto y yo a veces daba por hecho
mi sanación.
Uno de los
mejores regalos de mi incapacidad es que no doy por hecho el
movimiento. Estoy muy agradecida por ser capaz de caminar, practicar
yoga, correr, pasear en bicicleta y de muchas cosas que puedo hacer
porque tengo el don del movimiento.
Podría haber pasado mi vida estando
molesta por un par de zapatos y limitando mi vida por ellos o podría
poner esos recuerdos a un lado y dejar que una mayor verdad exista para
mí, puedo tener una mayor perspectiva de mi vida y estar muy
agradecida por lo que sí tengo.
Un
viaje de sanación siempre trae a colación el pasado y todos tenemos
pesares, decepciones y enojo por las cosas que nos sucedieron o no nos
sucedieron. Y que probablemente significaron mucho para nosotros en ese
momento, pero si nos enfocamos en ellas perderemos la perspectiva del
Bien Mayor de Todo. Uno de mis refranes preferidos, compartido por un
amigo años atrás es: “Lloraba porque no tenía zapatos hasta que conocí a un hombre que no tenía pies”.
Mi amigo no sabía la historia de los zapatos negros estilo Mary Jane
y, probablemente, no se dará cuenta de lo significativo que fue el
refrán para mí, pero cada vez que pienso en este refrán, recuerdo que
lo más importante que podemos hacer con el pasado es mantenerlo en
perspectiva y ser agradecido por lo tenemos en cada momento.
Todos
vivimos con remordimientos ya que son parte de nuestro viaje, pero
también son parte de nuestro sendero de vida elegido.
Elegimos este
sendero por su sanación y aprendizaje y por el crecimiento y
transformación que queremos alcanzar. Si nos enfocamos en la pérdida,
desatendemos la ganancia. Si nos enfocamos en el dolor, perdemos de
vista la sanación.
Y si olvidamos ser agradecidos por lo que tenemos,
no importa cuán pequeño creamos que esto es, nos quedaremos atrapados
en emociones y pensamientos cuyo propósito fue llevarnos a la siguiente
etapa de nuestro viaje, no recordarnos cuán difícil es nuestra vida o
cuán limitados somos en el momento.
¿Por
qué puedes estar agradecido en este momento? Si no puedes encontrar
algo porque estarlo, regresa a las cosas sencillas – ¿Puedes caminar,
ver, respirar, moverte?, ¿Has comido hoy?, ¿Tienes agua limpia para
beber?, ¿Un carro propio? y ¿Una casa donde vivir?
Mucha gente en el
mundo estaría agradecida por una sola de estas cosas. Magnificamos
nuestra sanación cuando aprendemos a ser agradecidos por lo que tenemos
y no damos nada por hecho.
La
Gratitud expande la energía y cuando puedes estar agradecido por algo
que finalmente te das a ti mismo y puedes moverte a otro nivel de
vibración. Toma tu mayor desafío del momento, sé agradecido por éste y
luego déjalo ir, sabiendo que al expresar gratitud, permites tu propio
crecimiento sobre dicho desafío. Entonces, permites que una nueva y
diferente energía ocupe ese espacio.
¿Cuál
es tú criterio sobre ti mismo? ¿Te ves a ti mismo limitado, indefenso,
impotente y víctima de tu propia vida? O ¿Sabes que la experiencia de
estos incidentes te recuerdan a ti mismo que eres poderoso, ilimitado y
un vencedor? Y en el ámbito infinito de tu vida ¿sabes que aquellos
son pequeños incidentes cuyo propósito es despertarte a una visión
mucho más grande de quien tú eres?
Cada
Navidad pienso en los zapatos de terciopelo negro estilo “Mary Jane”,
así que dono zapatos a niños necesitados. Y sé, que el día de Navidad
hay niños que recibirán algo que su corazón desea y anhelo que vistan
sus zapatos con alegría.
Y mi pequeño regalo puede recordarles que los
milagros son posibles, que ellos son amados y apoyados y Yo estoy
agradecida de poder dar un regalo que bendice a los demás.
Derechos
de autor reservados © 2015 por Jennifer Hoffman. Pueden citar,
traducir, reimprimir o referirse a este mensaje si mencionan el nombre
de la autora e incluyen un vínculo de trabajo a: http://enlighteninglife.com
Traducción: Fernando Pachacama
Difusión: El Manantial del Caduce
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