Por Lee Harris
Vamos
a hablar del exceso de pensamientos y del caos emocional, ya que ambos
se encuentran estrechamente relacionados.
A algunos de nosotros un
trauma emocional puede habernos dejado con el hábito de pensar en
exceso, ya que cuando nos sentimos desbordados en nuestros sistemas
emocional y energético, tendemos a llevar toda esa energía sobrante a la
mente (describe un círculo alrededor de la cabeza).
Piensa en tu mente
como si se tratara de tu protector: es la parte de nosotros que durante
años ha creado una lista de instrucciones para evitar el dolor.
De la
misma manera que si, por ejemplo, tu padre te regañó una y otra vez
cuando eras niño por ir a la cocina y tomar cualquier cosa para comer,
llegó un momento en que creaste dentro de tí una orden que te repetía:
“No debo ir a la cocina para tomar algo de comer”.
Esta es una manera
muy simplista de identificar lo que nos ocurre a todos a lo largo de
nuestra vida; siempre que nos sentimos amenazados o acusados, bien por
la energía de alguien forma de agresión o bien como reacción emocional,
tendemos a crear algo para evitar que esa amenaza vuelva a repetirse.
Así es cómo creamos “reglas de seguridad” en nuestra mente que nos
impidan repetir la misma acción.
Cuando se trata
del exceso de pensamientos y del caos emocional en general, ambos se
encuentran ligados ya que, cuando nuestro pensamiento está dando vueltas
y vueltas (traza un círculo alrededor de la cabeza), lo que debemos
descubrir es qué emoción se encuentra detrás.
Por ejemplo, imaginemos
que tuvimos una discusión con un amigo hace unos días, que no podemos
quitárnosla de la cabeza (dibuja de nuevo el círculo) y se está
convirtiendo en una obsesión. De ser así, comprobaremos algunas cosas:
1.-Qué
estamos comiendo, cómo es nuestra alimentación. Se puede demostrar
científicamente que si tomamos alimentos vivos y orgánicos que sean
favorables para nuestro organismo, nuestro sistema energético
permanecerá activo y vital, mientras que, por el contrario, los
alimentos “muertos”, procesados o a los que tengamos alergia, harán que
se vuelva más lento.
De manera que, si notamos algunos síntomas de
exceso de pensamientos o de caos emocional, lo que vamos comprobar en
primer lugar es cómo estamos tratando nuestro cuerpo.
2.-
Ejercicio físico. Sé que este nombre desagrada a muchas personas,
porque a menudo se relaciona con agotarse físicamente en un gimnasio,
pero no tiene por qué ser así; puede tratarse, simplemente, de un paseo
por nuestro vecindario o de salir a la naturaleza.
Así que, cuando
notemos que estamos pensando demasiado, antes de nada debemos darnos
cuenta de que estamos en un estado obsesivo y de que nuestro cuerpo
necesita espacio, y nos aseguraremos de hacer lo que está en nuestra
mano para proporcionarle lo que necesita.
3.-Nos
preguntamos: ¿qué emoción se encuentra detrás de todo esto? Porque
nuestros pensamientos se encuentran en estrecha relación con nuestro
cuerpo emocional.
Por ejemplo, si seguimos dando vueltas y vueltas en
nuestra mente a la discusión con ese amigo y estamos enfadados o
intentando justificar lo que ocurrió, es muy posible que hayamos entrado
en contacto con cierta tristeza acerca de lo que ocurrió.
Y también es
muy probable que, dentro de nuestra sociedad condicionada del siglo XXI,
tengamos algunas dificultades para aceptar nuestros sentimientos de
vulnerabilidad.
Así, si tenemos una discusión o un desacuerdo con
alguien, la tendencia programada en nosotros es la de ponernos a la
defensiva, bien hacia la otra persona, o bien hacia nuestros propias
emociones de tristeza y consternación al vernos envueltos en un
conflicto.
Por lo tanto, si nos descubrimos atrapados en pensamientos
que no se detienen, debemos preguntarnos acerca de la emoción que están
escondiendo.
Podemos hacerlo simplemente
sentándonos en una silla durante cinco minutos y colocando las manos en
la zona del torso, lo que ya de por sí crea un espacio de conciencia
para que la energía descienda de la zona la cabeza.
Podemos colocarlas
en el corazón (Lee se toca el pecho con las dos manos, el corazón, el
estómago y los costados), y en el vientre, que se encuentra directamente
vinculado con las relaciones, y preguntarnos: ¿cómo me siento?
Algunos
de nosotros podemos hacer esto durante varios minutos y no sentir nada,
pero no debemos desanimarnos si no oímos nada en nuestra mente: por el
contrario, volveremos de nuevo a la sensación de cómo nos sentimos.
Este
es un ejercicio que nos ayuda a ser más auténticos acerca de nuestros
sentimientos, con el fin de evitar que la mente continúe saltando de un
pensamiento a otro para llamar nuestra atención acerca de lo que no se
está expresando aquí (se toca el pecho).
Simplemente nos preguntamos:
¿qué estoy sintiendo?, Y otra vez, ¿qué estoy sintiendo? Quizá sintamos
algo, quizá sintamos deseos de llorar y llevaremos entonces la
conciencia al vientre (hace círculos con una mano en el vientre mientras
con la otra se toca el corazón). O, quizás, sintamos deseos de reír, y
eso es lo mejor, porque la risa es la mejor forma de llorar que podemos
tener.
Cualquiera que sea la emoción que surja, repetiremos el proceso
de acariciar nuestro vientre en sentido circular mientras continuamos
preguntándonos: ¿qué estoy sintiendo? Nos será especialmente útil a
aquellos de nosotros para quienes resulte más sencillo saltar a los
pensamientos que conectar con los sentimientos.
El
exceso de pensamientos se produce cuando el sistema nervioso está
sobrecargado y a causa de emociones intensas, de manera que sabemos que
si estamos pensando sin cesar, lo que ocurre en realidad es que nuestro
cuerpo necesita espacio; la mitad inferior del cuerpo, del cuello hacia
abajo está gritando: “¡por favor, mírame, siénteme! ¡Baja del piso de
arriba!¡La razón por la que subes ahí es porque no quieres saber nada de
lo que está pasando aquí abajo!”.
De manera que
démonos el tiempo para sentarnos y permanecer en contacto con nuestras
emociones. Deja salir todo lo que emerja a la superficie y deja que se
libere.
Al terminar el ejercicio, también puede sernos de utilidad
escribir o tomar algunas notas acerca de lo que aparece en nuestra
conciencia porque, cuando vuelvan los pensamientos, siempre podremos
leer esa página que dice:” Estoy triste por lo que ha ocurrido con mi
amigo”.
Para los más sensitivos de nosotros, puede
que no necesitemos un catalizador de tercera dimensión para llegar a
sentir todo esto; es posible que ni siquiera haya una razón específica
de por qué estamos pensando en exceso o en un estado de caos emocional.
Sin embargo, sería válido el mismo ejercicio: sentarse durante cinco
minutos, darnos cuenta de que estamos intentando acompasarnos con otras
partes de nosotros en nuestra mente (se señala la cabeza de nuevo).
Respira, deja que la inhalación baje realmente al vientre, porque en
esos estados tendemos a respirar de forma superficial y frota tu vientre
en círculos como lo harías con un bebé. Esto proporcionará el alivio
que necesitamos en esos momentos de sobrecarga.
En
el último lugar de la escala, estaríamos los que aún no pudimos
resolver algún tipo de trauma de mayor o menor gravedad. Si los síntomas
de excesos de pensamiento y caos emocional son frecuentes e intensos,
recomendaría acudir a un psicoterapeuta o terapeuta energético, en la
modalidad en la que cada uno se sienta más cómodo.
Si se trata de un
patrón que ya nos está creando dificultades y del que estamos cansados,
démosle algún espacio en nuestra vida para que pueda resolverse
trabajando con el cuerpo emocional y el campo energético.
En
resumen: comprueba tu alimentación y tu nivel de ejercicio físico,
reconoce que tal vez necesites desaparecer del lugar de estrés dónde
estás durante 10 minutos, pon alguna música que te inspire y baila por
toda la casa o usa aceite esencial; lo que sea que funcione para ti.
¿Qué te ayuda cuando te encuentras sobrecargado/a?
En
mi caso, sé que el aceite esencial me va bien y el aroma me ayuda a
calmarme: un poco debajo de la nariz, a ambos lados de la nuca y las
sienes. También los baños, las duchas, el agua general, me ayudan a
reequilibrar mi campo electromagnético y a volver a mi centro.
En tu
caso ¿qué es lo que te ayuda a volver a ti mismo/a? Porque cuando nos
encontramos en estados de caos emocional y con exceso de pensamientos
significa que ya nos hemos salido de nuestro centro.
- Clave: Descubre qué te calma y te tranquiliza.
- Lista de auto-cuidados:
¿Qué estoy comiendo?
¿Estoy haciendo ejercicio físico?
¿Duermo lo suficiente?
¿Necesito más espacio?
¿Necesitó un nuevo límite?
- Lista de ajustes energéticos:
Acariciarse a uno mismo.
Paseos suaves, estar en la naturaleza.
Contacto con el agua (baños, duchas, nadar)
Aromaterapia (aceites esenciales, incienso)
Música, baile y otros movimientos fluidos.
Espero que les sirva de ayuda. Mi amor para todos.
Lee
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Traducción del Video: Rosa García
Difusión: El Manantial del Caduceo
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