Por Jennifer Hoffman
21 de Septiembre 2014
Cuando
pensamos que es tiempo de que cambie la polaridad del mundo y no parece
ser así, o que veremos los beneficios del trabajo que hacemos y el
cambio no sucede con la rapidez que esperamos que lo hiciese o pudiese,
podemos sentir que nuestros esfuerzos no tienen éxito.
Sí lo tienen,
pero no podemos medir estos resultados en términos de tiempo porque
hacemos una diferencia en formas que no siempre pueden medirse. Queremos
que la luz esté presente cuando estamos despiertos, pero no cuando
estamos dormidos.
Este es el equilibrio que todos buscamos,
independientemente del lado del proceso en el que estemos, tratando de
comprender donde estamos más cómodos, despiertos o dormidos, en la luz o
en la oscuridad. Estaba pensando en eso hoy, y también estaba pensando
cómo mi trabajo como canal, intuitiva y escritora se ha comportado en
los últimos diez años, cómo ha evolucionado y los cambios que ha creado
en mi vida.
Es cierto que no quería hacer este trabajo,
mayormente porque realmente quería tener un empleo corporativo hacia el
cual había enfocado la mira de mi carrera. Pero por otras razones
también, que implicaban el compromiso, la responsabilidad y las
obligaciones que yo estaba asumiendo al abrirme a la luz, al
conocimiento y a la información que tendría que compartir, en virtud de
lo que acordaba hacer.
Tenía que abrazar la luz y renunciar al confort
relativo de cualquier sombra u oscuridad porque ustedes no pueden estar
en la oscuridad para nada, una vez que han avanzado plenamente hacia la
luz. Y cualquier confort que los demás encuentran al no saber, al estar
en la sombra o mantenerse en la superficialidad, ya no está disponible
para ustedes.
La oscuridad puede ser incómoda a veces, pero no tanto
como puede serlo la luz deslumbrante, y la luz es también mucho más reveladora.
Ustedes saben, si han dado este paso, que una vez que lo ven todo en la
luz, ya no pueden verlo más desde el ‘lado oscuro’. Una vez que
despiertan no se vuelven a dormir.
Recientemente un
amigo me preguntó si quería tener otro bebé. Yo amo a los niños y amo
ser madre pero con hijos que ahora tienen entre 25 y 35, ¿querría yo
asumir de nuevo la responsabilidad y el compromiso de educar otro hijo
durante los próximos 20 años más o menos?
Realmente tendría que pensarlo
porque asumo la responsabilidad progenitora muy seriamente y no se
trata simplemente de tener o no un hijo, es la responsabilidad, la
obligación y el compromiso que requieren, exigen y merecen los niños.
Cultivar la luz es igual a educar un niño, requiere mucho trabajo y
ustedes reciben tanto dolores de cabeza como alegrías. Una vez que ésta
se vuelve parte de sus vidas, como un hijo, siempre está con ustedes.
Cuando
asumimos nuestros papeles como trabajadores de la luz y ahora como
faros de luz, sabíamos que sería un viaje de experiencia muy largo, con
períodos de éxito y alegría y períodos de espera y repeticiones, a lo
cuales tendríamos la tentación de llamar fracasos.
Sabíamos que
trabajaríamos muy duro, con resultados que no siempre estarían
garantizados o serían obvios. Pero teníamos que hacerlo de todas formas y
parte de nuestro trabajo era hacer brillar la luz y esperar que los
demás se cansaran de estar sentados en la oscuridad y comenzaran a
buscar la luz.
Aquí es donde nuestro compromiso y responsabilidad se
vuelven serios: Una vez que avanzamos hacia la luz no podemos
retroceder a la oscuridad, así que tenemos que erguirnos en la luz y
dejar que lo que esté en la ‘oscuridad’ venga a nosotros.
No podemos medir nuestro éxito por si la oscuridad busca o abraza la luz, sino por cuán fuertemente nosotros hacemos brillar nuestra luz para que la oscuridad acepte su oportunidad de despertar porque ella quiera estar en la luz,
o, en la misma forma en que despertamos cuando hemos dormido lo
suficiente y ya no estamos cansados.
Pienso que es ahí donde estamos
ahora. La gente tiene que dedicarle tiempo a estar en la oscuridad antes
de que estén listos para despertar y puedan pensar en la luz, porque
las bendiciones de la luz no son siempre directas.
Si ustedes quieren
dormir, por ejemplo, quieren que la habitación esté oscura y sin luz. Si
están despiertos, quieren tener una fuente de luz porque de lo
contrario tropezarían en la oscuridad. La luz tiene que estar disponible cuando ustedes la quieran, y apagada o disminuida cuando no lo hagan.
¿Hay
personas o situaciones así en su vida? ¿Se sienten así ustedes mismos a
veces? Es una elección, como todo lo demás, y una que contiene un
compromiso, obligación y responsabilidad considerables. Pero al igual
que ser padres, la alegría y el amor del cual ustedes pueden ser parte
son inconmensurables así como las recompensas, aun cuando no siempre se
materialicen en el momento en que ustedes quisiesen verlas.
El
mensaje canalizado del Arcángel Uriel de esta semana viene de los
archivos tal como he estado viendo en los últimos artículos de la
membresía de Faros de Luz y este me saltó a la vista. De hecho, es el
segundo mensaje que yo canalicé con Uriel y se llama aproximadamente, La
Luz Disipa la Oscuridad. No recuerdo qué es lo que estaba sucediendo en
la semana anterior al 24 de marzo del 2004 en términos de la violencia
mundial al cual el mismo hace referencia, pero sentí que el artículo era
apropiado ahora.
Pueden leer el artículo completo en las
páginas de membresía de la Comunidad de Faros de Luz. Este es un
extracto de ese artículo:
La Luz Disipa la Oscuridad
La
violencia global de las pasadas semanas ha dejado a muchos de ustedes
temerosos y preguntándose si el mundo realmente está llegando a su fin.
Sepan que todo esto es parte del Plan Divino. Hay mucha intranquilidad
entre las poblaciones del mundo, pero su oscuridad es eclipsada por la
luz de muchos más quienes se niegan a permitir que la ilusión del temor
nuble la verdad de su luz.
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Derechos
de autor reservados © 2014 por Jennifer Hoffman. Pueden citar,
traducir, reimprimir o referirse a este mensaje si mencionan el nombre
de la autora e incluyen un vínculo de trabajo a: http://enlighteninglife.com
Traducción: Fara González
Difusión: El Manantial del Caduceo
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