LA VIDA SE TRANSFORMA, CUANDO UNO SE TRANSFORMA POR DENTRO
Por David Topí
Por David Topí
12 November 2014
Es bastante
raro en mi que deje pasar tantas semanas sin escribir algo. Hace
algunos meses, me hervían las neuronas plasmando en palabras el
conocimiento, entendimiento y experiencias que me iban sucediendo, para
entenderlas, estructurarlas y analizarlas, mientras las compartía, pues
es el hecho de escribir, lo que, a mi, particularmente, me ayuda a poner
mis ideas, conceptos y revelaciones “en claro”.
Pero desde que conseguí
empezar a estar mucho más centrado en la “conciencia de mi ser”, tras
haber “desmontado” hasta la medida de lo posible esa “sombra energética
negativa”, y haber focalizado mi energía más hacia dentro y hacia
potenciar ese núcleo o esencia que todos somos, ahora mismo pasan los
días y ni siquiera aparece por aquí la necesidad de poner por escrito lo
que siento, aprendo o comprendo de nuevo.
Mis compañeros me dicen que estoy (estamos, pues andamos todos en el mismo proceso de cambio), dejando atrás el modo “viejo” de funcionar, mucho más mental y mucho más de “querer comprender las cosas”, para pasar al modo nuevo de sentir y saber las cosas simplemente “porque si” (porque está la certeza indiscutible en tu interior del porqué de aquello).
Mis compañeros me dicen que estoy (estamos, pues andamos todos en el mismo proceso de cambio), dejando atrás el modo “viejo” de funcionar, mucho más mental y mucho más de “querer comprender las cosas”, para pasar al modo nuevo de sentir y saber las cosas simplemente “porque si” (porque está la certeza indiscutible en tu interior del porqué de aquello).
Los mismos
esquemas, modos de trabajo, protocolos y métodos que teníamos para
explorar las reglas del juego bajo las que vivimos, dejan de tener
sentido, o lo tienen de otra forma, porque se transforman a medida que
uno se transforma a si mismo.
Ahora ando entre dos extremos que me
tienen un poco con la sensación de estar montado en un péndulo, porque
cuando me muevo hacia un estado mental de análisis, e investigación,
cuando estoy preparando las conferencias, los talleres o lo que sea,
entro en el modo de funcionar que he tenido siempre, y estoy contento y
activo y tremendamente prolífero en el material que produzco.
Cuando
conscientemente me desconecto y me centro en aquello que Bárbara Brennan
llama el “core” o el núcleo esencial de cada uno de nosotros, entro en
otro estado de ser y no necesito escribir nada, publicar nada, ni dar
ningún tipo de charla o taller.
Y digo necesito porque realmente
escribir y hablar para mi ha sido siempre una pasión, disfruto
haciéndolo, y sin embargo depende del modo de funcionamiento en el que
te encuentres, parece que estás deseando hacer una cosa o estás sin
ningún tipo de necesidad de hacerlo.
EMPIEZA LA SEGUNDA FASE DEL CAMBIO
He comprendido que he alcanzado la segunda fase de aquello que llamábamos “la noche oscura del alma”, como os explicaba hace meses en este otro artículo cuando justo empezábamos a asomar la cabeza por el proceso de muerte y resurrección personal:
“El proceso de trabajo con la sombra se puede dividir en dos mitades, o en dos ciclos. El primero, es el descenso al inframundo interior de cada uno, donde la personalidad egoica en sus facetas negativas es rota en pedazos, mediante tremendos esfuerzos y choques externos que dejen hecha añicos una parte de las oscuras y rígidas estructuras mentales establecidas a lo largo de la vida.
EMPIEZA LA SEGUNDA FASE DEL CAMBIO
He comprendido que he alcanzado la segunda fase de aquello que llamábamos “la noche oscura del alma”, como os explicaba hace meses en este otro artículo cuando justo empezábamos a asomar la cabeza por el proceso de muerte y resurrección personal:
“El proceso de trabajo con la sombra se puede dividir en dos mitades, o en dos ciclos. El primero, es el descenso al inframundo interior de cada uno, donde la personalidad egoica en sus facetas negativas es rota en pedazos, mediante tremendos esfuerzos y choques externos que dejen hecha añicos una parte de las oscuras y rígidas estructuras mentales establecidas a lo largo de la vida.
Yo he recibido ya dos choques de este estilo, y, si
no lo has vivido, no se puede explicar lo que se siente. Un martillo
rompiéndote por dentro seria una buena descripción, pero tampoco se
acerca realmente a la sensación que produce sentir como se desmonta un
parte de ti.
Estas partes, luego, se tienen que transmutar, y las
piezas rotas deben recomponerse para mantener el conjunto de tu psique
estable y funcional, pero sin la carga negativa asociada que poseían
antes. Aquello que se ha liberado y deja hueco, debe volver a llenarse,
esta vez con las partes “positivas” de uno mismo.
Cuando uno ha terminado esta primera parte del ciclo, que puede durar una eternidad, dicen que entonces se inicia la segunda, que es volver a sacar a la superficie, dejando atrás el inframundo interior ya más o menos descompuesto y parcialmente liberado, limpio y transmutado, la esencia pura de cada uno, despertando la conexión total con el ser del que venimos, y la manifestación de su “conciencia” en la nuestra, pues uno ya no tiene una personalidad artificial y egoica que tome los mandos, sino que, entonces, es nuestro Yo superior quien lo hace y el ego simplemente “obedece”.
Cuando uno ha terminado esta primera parte del ciclo, que puede durar una eternidad, dicen que entonces se inicia la segunda, que es volver a sacar a la superficie, dejando atrás el inframundo interior ya más o menos descompuesto y parcialmente liberado, limpio y transmutado, la esencia pura de cada uno, despertando la conexión total con el ser del que venimos, y la manifestación de su “conciencia” en la nuestra, pues uno ya no tiene una personalidad artificial y egoica que tome los mandos, sino que, entonces, es nuestro Yo superior quien lo hace y el ego simplemente “obedece”.
La diferencia, es que, ahora, la visión que
teníamos del mundo anterior al proceso está muerta, ha desaparecido,
porque se ha roto el séptimo velo, y uno inicia la nueva etapa con una
perspectiva completamente diferente, evidentemente, si todo el proceso
que se ha hecho durante el primer ciclo, ha tenido éxito.”
Claro, lo que no tenia por la mano, cuando escribí eso, es que el inicio de este nuevo ciclo de resurrección era del todo menos simple de transicionar. No se pueden dejar de la noche a la mañana los modos de funcionamiento y la percepción de las cosas que has tenido siempre de la realidad, pero sin embargo, tienes que hacerlo, porque ya no te sirven para entender lo que hay fuera, ni mucho menos para entenderte a ti mismo.
Claro, lo que no tenia por la mano, cuando escribí eso, es que el inicio de este nuevo ciclo de resurrección era del todo menos simple de transicionar. No se pueden dejar de la noche a la mañana los modos de funcionamiento y la percepción de las cosas que has tenido siempre de la realidad, pero sin embargo, tienes que hacerlo, porque ya no te sirven para entender lo que hay fuera, ni mucho menos para entenderte a ti mismo.
Así que tienes que reorientar todo y dejar que caiga lo que tenga
que caer, y aceptar que si por alguna razón tienes que empezar a
funcionar y trabajar de otra manera es así como debe ser.
Todo cambia en
tu realidad exterior a medida que cambias en tu interior, porque cuando
toma el mando la conciencia del ser, aunque sea un ratito corto cada
día, y luego vuelvas a la conciencia artificial y egoica de siempre,
pues las restructuraciones energéticas son inevitables y los periodos de
confusión y de no entender que te pasa, empiezan a dar lugar a una
nueva visión de lo que eres y tienes que hacer.
El séptimo velo se rompe muy poco a poco, se va traspasando con cada minuto que pasas con la conciencia de tu ser al mando del cuerpo que ocupas. Se instala la conexión con el momento “del ahora” de forma mucho más vivida y duradera, y te empiezas a anclar a esa eternidad que supone cada instante en el que estas vivo y despierto.
El séptimo velo se rompe muy poco a poco, se va traspasando con cada minuto que pasas con la conciencia de tu ser al mando del cuerpo que ocupas. Se instala la conexión con el momento “del ahora” de forma mucho más vivida y duradera, y te empiezas a anclar a esa eternidad que supone cada instante en el que estas vivo y despierto.
Luego vuelves a desconectar,
pues la mente no ceja en ceder el control, especialmente uno de sus
componentes, que llamamos la mente predadora, y sobre la cual estoy
aprendiendo mucho y lidiando mucho últimamente con ella, y cuando te
vuelves a dar cuenta, sigues estando como siempre hemos estado y sigues
trabajando como si nada hubiera pasado, pero, sin embargo, persiste una
sensación de que ese modo de estar no es el más adecuado ni correcto, y
entonces vuelves a recordar que tienes que volver a conectar con tu
esencia y volver a darle el mando. De péndulo total. Ahora a ver si
consigo pararlo en el extremo correcto :–).
David Topí
David Topí
No hay comentarios:
Publicar un comentario