Por Dana Mrkich
22 de Abril 2014
En
este día y era de la tendencia de que ‘tú creas tu realidad’, a menudo
se habla de esta idea como si ‘tú’ fuera una entidad singular, capaz de
ser controlada y enlazada con unos cuantos pensamientos potentes y
afirmaciones positivas.
La realidad es que este ‘ustedes’
está compuesto de incontables aspectos, conscientes y subconscientes,
que sostienen una miríada de creencias, emociones, deseos y temores que
existen en múltiples dimensiones. Este calidoscopio que es ‘ustedes’
puede compararse con un tronco de caballos, en el que idealmente todos
van en una dirección pero que a veces van en múltiples direcciones, o
tratan de hacerlo.
En el centro de todo eso, tenemos a nuestra Alma, el
caballo hermoso con la visión muy clara de adonde él o ella quieren ir
en esta vida – a veces el Alma ayuda a alinear a los caballos, y otras
veces los caballos empujan y jalan al Alma o la ignoran completamente.
Al timón tenemos a nuestro Yo Superior, capaz de ver adonde iremos a
parar si nos mantenemos en la dirección en la que vamos.
De
vez en cuando en momentos cruciales de nuestra evolución, el Alma se ha
encabritado y exigido la atención de los caballos o nuestro Yo Superior
ha sujetado las riendas de los caballos cuando estos se han apartado
mucho de su curso.
No obstante la mayoría de las veces, hasta hace poco,
teníamos una especie de Libre Albedrío en el cual estos caballos podían
hacer lo que quisieran. Era todo parte de nuestra experiencia mayor de
aprendizaje.
La fiesta se ha terminado en lo que concierne a esta versión particular de nuestro equipo de caballos con Libre Albedrío.
Nuestra
Alma está tomando el mando y nuestro Yo Superior está voceando
instrucciones como si se tratara del tramo final de una larga maratón.
A
nuestro Equipo de Caballos con Libre Albedrío (incluyendo a nuestro
ego, diversos sueños que hemos sostenido, nuestras heridas, etc.) se le
está sacudiendo de un lado para otro con cada influjo de energía de
vibración superior /llamaradas solares/eclipses/cruces
cardinales/cualquier munición cósmica posible disponible en el universo.
La imagen que recibo es de esa escena de Forrest Gump en la
que el Teniente Dan está sentado en lo alto del barco de pesca de
camarones durante una violenta tormenta, con el agua cayendo a chorros,
truenos, rayos, mares encrespados y él grita “¿Vamos, y tú le llamas a
esto una tormenta?… ¡Es hora de un enfrentamiento! ¡Tú y yo!”.
Justamente hasta el final, tratamos de asirnos a la ilusión de que
tenemos el control, sin entender plenamente la gran enormidad de quienes
somos realmente.
A la mañana siguiente el mar
está en calma. El Teniente Dan está sentado en la borda del barco
viéndose transformado, se ha ido la cólera. El le dice a Forrest, “Sabes, nunca te agradecí por salvarme la vida” Y se lanza por la borda a nadar. La observación de Forrest es: “Creo que él hizo las paces con Dios”.
Cuando
nuestra Alma toma el mando y nuestro Yo Superior desciende dentro de
nosotros, pidiéndonos que encarnemos quienes somos realmente, como se
nos está pidiendo justamente ahora, se puede sentir como una tormenta.
Se puede sentir como si alguna Fuerza Divina tirara y jalara de
nosotros. Esta Fuerza Divina es USTEDES, el ustedes auténtico, el
ustedes superior, el alma de ustedes, requiriéndoles que vuelvan a la
alineación consigo mismos.
Podemos luchar contra nuestro
Yo y nuestra Alma todo lo que queramos, pero terminaremos muy golpeados.
A veces, su terreno tampoco es un picnic, pero al igual que en la noche
del Teniente Dan con la tormenta, llega el nuevo día y en nuestro nuevo
estado de rendición y humildad podemos ver que nuestra Alma y nuestro
Yo han estado trabajando todo el tiempo a nuestro favor y no en contra.
Ahí podemos encontrar nuestra paz.
© Dana Mrkich 2014. Pueden compartir este artículo gratuitamente siempre que acrediten a la autora e incluyan la URL www.danamrkich.com
Traducción: Fara González
Difusión: El Manantial del Caduceo
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