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domingo, 19 de agosto de 2012

La fuerza de crear abundancia por Wayne W. Dyer

La fuerza de crear abundancia 

por Wayne W. Dyer

La abundancia no es algo que fabricamos, sino algo que aceptamos y con lo que sintonizamos. Si nuestra mente cree en la escasez, esperando únicamente una pequeña porción de la abundancia que la vida ofrece, entonces eso será lo que experimentaremos en nuestras vidas. Solemos recibir aquello que estamos dispuestos a aceptar, y cuando nos encerramos en nosotros mismos no es por falta de disponibilidad sino por obedecer creencias basadas en la escasez.

Al formarnos los conceptos de abundancia y prosperidad entendiéndolos como algo que merecemos, advertimos un gran cambio. En primer lugar, cambian los pensamientos sobre lo que creemos merecer. Luego modificamos nuestros pensamientos lentamente.

Por fin, llegamos a saber y a creer que cualquiera sea el objeto que deseemos, ya se encuentra aquí, y que nuestra propia convicción es la que provocará su manifestación. No me cansaré de repetir una y otra vez que lo que hacemos es expandir aquello en lo que situamos nuestras miras.

Pero ¿cómo puede usted sintonizar con la abundancia que constituye todo el universo? La respuesta se obtiene alterando su percepción de lo que se halla a su alcance y también en una nueva circulación de aquello que fluye por su vida. Le sugiero que comience examinando estas tres preguntas:

¿Cuánto cree usted valer? ….

Usted es una creación divina que forma parte de un universo perfecto e infinito. Lo es todo. Tal como Walt Whitman afirmó en una ocasión: «Toda la teoría del universo está dirigida sin lugar a dudas a un único individuo, o sea, a USTED».

No se trata de una afirmación egoísta, sino que responde perfectamente a la cosmovisión del poeta. Usted es a un tiempo parte de la humanidad y un ser humano individual. Usted, al igual que cualquier otra persona perteneciente al conjunto de la humanidad, tiene un valor completo y total que es perfecto.

Como parte de esa perfección completa, debe saber que el valor es inconmensurable y abundante. ¿Cómo podría existir algo más perfecto que el ser humano? ¿Cómo ese algo podría tener más valor?

¿Qué cree usted merecer? ….

Si usted se considera sólo merecedor de una pequeña parte de la felicidad, entonces eso es lo que conseguirá. Si piensa que lo merece todo y tiene la intención de dejar que la abundancia circule y de continuar sirviendo a los demás, entonces adquirirá unas cotas más elevadas de felicidad.

Si imagina que no se merece demasiado, ése será su premio. Si se concede importancia a sí mismo, tomando lo que piensa que merece a expensas de quienes le rodean, entonces los resultados serán idénticos a los que obtendría si se creyera merecedor de muy poco.

En ambas situaciones se debilita y pierde fuerza. Creyendo que no merece nada o que merece todo a expensas de los demás, toma un camino de destrucción personal que no sólo le aleja de la abundancia, sino que le conduce directamente hacia la escasez. Sepa que se lo merece todo, al igual que todos los demás, y que en el proceso de ayudar a los otros a conseguirlo se está sirviendo también a sí mismo.

¿Qué cree que se halla a su disposición?…..

Una respuesta totalmente honesta se basa en lo que le aguarda a usted ahí fuera. Si le obsesiona lo que tiene o deja de tener, o lo que nunca conseguirá, entonces eso será precisamente lo que logrará. Una tarde, tras una conferencia una mujer me preguntó: «Doctor Dyer, ¿cuáles cree que son los límites que me impiden obtener el éxito y la felicidad que deseo en la vida?». Mi respuesta fue inmediata: «Su convencimiento de que existen límites». Lo que determina su nivel de éxito y felicidad no es lo que está o no a su disposición, sino su propio convencimiento de lo verdadero.

Un informe sobre unos participantes en un estudio de técnicas de visualización relacionadas con la búsqueda de empleos demuestra el efecto causado por las expectativas personales. Se instruyó a tres participantes para que visualizaran lo siguiente: disponibilidad del empleo que buscaban, su calificación para el mismo, y su puesto de trabajo.

En sus cargos anteriores habían percibido 10.000, 25.000 y 250.000 dólares respectivamente. Al cabo de unas semanas cada uno de ellos volvió a trabajar cobrando el mismo sueldo de antes. Lo que sucedió es que todos estaban limitados por lo que creían merecer y no podían imaginarse en un cargo que les proporcionara ingresos superiores.

La escasa abundancia que había en sus vidas coincidió exactamente con lo que habían visualizado para su vida. Esto es lo que realmente ocurre con todas las cosas. Creer en la escasez genera la escasez y la convierte en rectora de nuestras vidas. El mismo principio se aplica cuando se trata de la abundancia.

Libertad y Abundancia

La idea de que el universo es una única canción, siempre en expansión, sin limitaciones, a excepción de las barreras que nuestros pensamientos colocan, ha dado lugar a la noción de libertad. Las fronteras y las líneas restringen la libertad, pero dichas limitaciones las crea la persona. El universo sencillamente fluye. El agua llega hasta la orilla y la tierra empieza en ese mismo punto.

El aire y el agua no se hallan separados por fronteras; coexisten y se mezclan en perfecta armonía. El espacio sigue y sigue hacia el infinito sin sufrir interrupciones de frontera alguna. En todo este contexto hay libertad, la cual traspasa todos los muros y restricciones inventadas por el ser humano. Por tanto, la libertad es de lo que trata la abundancia. La libertad es la ausencia de restricciones.

En la naturaleza se observa por ejemplo en el ave que decide colocar su nido en aquel sitio que le parece más armónico con el medio ambiente. También en las ballenas que llegan nadando a los parajes que sus corazones e instintos les sugieren.

La abundancia en los seres humanos sólo puede presentarse cuando la mente humana no se siente obstruida por límites imaginarios. El aprender a librarnos de la creencia que desafía la libertad mediante límites constituye una manera de crear un mundo abundante para nosotros mismos.

LA FUERZA DE CREER
Wayne W. Dyer


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