“Las características esenciales de la interconexión cuántica,
son que el universo entero está de alguna manera envuelto en cada cosa
y que cada cosa está envuelta en el todo.”
David Bohm
Sobre la responsabilidad de ser (la geometría sagrada como catalizador de conciencia)
Con toda la información y herramientas disponibles hoy, es impensable
ya seguir perdiendo el tiempo desconectados de nuestra esencia.
En el principio había proporción: logos.
Vivimos en un universo de espejos y fractales –todo se
desdobla constantemente e infinitamente, permeado por la matemática de
la armonía. Existimos en la Matrix y su código es la Geometría Sagrada
–“desdoblamiento fractalizado de todo desde la Unidad y la reconexión
resonante de las partes de vuelta hacia la Unidad” (Scott A Olsen).
Todos y todo constantemente buscando reconectar con la esencia desde el
principio de la existencia –la iluminación como última meta de la
humanidad
La matemática de la Naturaleza y del
cosmos permea todos los aspectos de la vida –la física, la biología, la
tabla de los elementos, la física mecánica y cuántica, la tecnología
digital, nuestro DNA. De hecho, según Olsen, “la vida podría ser el
resultado de la resonancia entre lo Divino (la Unidad) y la naturaleza
(las partes), exquisitamente afinados por las asombrosas propiedades
fractales de la proporción áurea, dando lugar a estados de conciencia
más inclusivos”.
Existen recordatorios sincrónicos por todos lados –en
la naturaleza, en las construcciones sagradas, en los textos antiguos y
en los religiosos, en el ocultismo, la alquimia, en la física cuántica y
en los estados de conciencia alterados. Todo está ahí, infinitas
posibilidades en eterno desdoblamiento armónico.
René Adolphe Schwaller de Lubicz,
ocultista francés muerto en 1961, afirmaba que “el número áureo (phi) no
es producto de la imaginación matemática, es el principio natural de
las leyes del equilibrio”.
Mientras que en India, los Mahatma
decían solo reconocer una ley en el universo, la ley de la harmonía, del
equilibrio perfecto. Siempre lo hemos sabido a lo largo de los tiempos,
se nos ha dicho en todos los lenguajes posibles, la clave está en
observar a la Madre Natura… “Como es arriba, es abajo. Como es afuera,
es adentro”
De acuerdo al propio Olsen, “Entender la
ley del equilibrio, observar la proporción áurea y su reciprocidad no
sólo revela la realidad de la naturaleza misma pero también le permite a
la humanidad participar conscientemente en la metamorfosis o
auto-transformación de la Unidad. Esta es la esencia de la alquimia, y
por lo tanto de la religión misma”.
Desde que se tiene registro, el ser
humano ha intentado descifrar este código, presintiendo que a través de
este acercamiento se puede alcanzar un estado de conciencia supremo que
nos vuelve uno con la Unidad a partir de la cual florecemos. Y
paralelamente, los que han podido descifrar el código y alcanzar estados
de conciencia cósmicos, nos han ido compartiendo pistas que mapean los
posibles caminos.
Platón fue tejiendo los códigos en sus
textos, y el teorema de Pitágoras es una de las bases de la Geometría
Sagrada. En el budismo la meta es alcanzar, a través de la meditación,
Samadhi, un estado de conciencia plena, omnipresente, donde el yo se
disuelve en luz y éxtasis.
En palabras del Dr Edgar Mitchell “en el
estado de Samadhi, la mayoría de la mente y del cuerpo está en un estado
básico de resonancia con el campo del punto Cero. El resultado es un
estado puro de conciencia y la perdida del sentido del yo.
Por su parte, las tradiciones indígenas
del mundo escogieron el uso de ciertas plantas medicinales o sustancias
naturales –como el Peyote, el Yopo, la Ayuahuasca y la medicina del
Otac– como puentes para alcanzar este estado de conciencia supremo. En
muchas ceremonias también se usan instrumentos y cantos para crear
vibraciones que faciliten la disolución de la Matrix.
Todo toma
forma a través de la resonancia. Todo se mueve a través de frecuencias
moduladas –todo es energía. Madame Blavatsky nos dice “a los átomos se
les llama vibración en el ocultismo”… Sincronizamos, conectamos y
multiplicamos a través de la resonancia, espejeando, fractalizando…
siempre buscando regresar a la fuente.
Cuando se habla de un mundo creado por
resonancias, es imposible no pensar en nuestro rol dentro de su
configuración, en la responsabilidad que tenemos sobre las vibraciones
que emanamos.
Rupert Sheldrake nos habla de la existencia de campos
morfogenéticos –campos de información compartida que le dan forma a
nuestra realidad. “La resonancia mórfica es un principio de memoria en
la naturaleza. Un aspecto importante de la resonancia mórfica es que
estamos interconectados con otros miembros de un grupo social. Los
individuos dentro de un grupo social más grande y los mismos grupos
sociales más grandes tienen su propio campo mórfico, sus patrones de
organización. Lo mismo aplica para los humano. Lo que haces, lo que
dices y lo que piensas puede influir a otra persona por resonancia
mórfica.
Así que somos más responsables de nuestras acciones, palabras y
pensamientos bajo este principio que lo seríamos de otra forma. No hay
un filtro inmoral en la resonancia mórfica, lo que significa que debemos
ser más cuidadosos de lo que estamos pensando si es que nos importa el
efecto que tenemos en los demás.”
Somos enteramente responsables de nuestro
escenario, en el fondo lo sabemos y supimos siempre, y ahí entra la
responsabilidad de ser. Somos parte de este engranaje Divino, causa y
consecuencia de nuestra realidad.
Somos antenas amplificadoras, cuando
reconectamos con nuestra esencia entramos en resonancia con las
relaciones que rigen a la Naturaleza –nos desintegramos, tomamos
conciencia de que somos uno con el todo. No importa cómo, cada quien
tiene el derecho, y la obligación, de escoger su camino para acercarse a
ese estado –a la fuente de donde todo proviene.
Omraam Mikhaël Aïvanhov, filósofo francés
de origen búlgaro, nos recuerda “Gradualmente, a medida que nuestra
percepción de la Naturaleza cambia, cambiamos nuestro Destino.”
Con toda la información y herramientas a
nuestro alcance, con el escenario contemporáneo que estamos
experimentando, es impensable ya seguir perdiendo el tiempo
desconectados de nuestra esencia, culpando a factores externos de
nuestra realidad, congelados, esperando a que todo se siga dando sin
nuestra participación consciente.
Es tiempo de asumir la responsabilidad
de ser. Somos parte de la ingeniería Divina, y “mientras no sepamos
como plantar nuestros pensamientos y nuestras emociones, no tenemos ni
idea de lo que es la verdadera multiplicidad” advierte Aïnvanhov.
Podemos meditar, hacer yoga, observar y
acercarnos a Sofía, cantar, bailar, estudiar y practicar la Geometría
Sagrada, y/o usar sustancias naturales … la clave está en observarte,
conocerte, re-conocerte en la Unidad y generarte estados alterados de
conciencia que te permitan moldear, a través de vibraciones, un
escenario que en realidad resuene con tu esencia más intima y pura.
Somos energía, somos resonancia. O en palabras del Dr Octavio Rettig
Hinojosa “nuestros corazones son los campos electromagnéticos que están
constantemente modulando nuestra realidad.”
Existen miles de caminos posibles para
ser, simplifica y si tienes duda en cual escoger, recuerda a Carlos
Castaneda: “Todos los caminos son iguales, no nos llevan a ninguna
parte. Por lo tanto, ¡elige un camino con el corazón!”
* Un profundo agradecimiento a Evolver net y David Metcalfe por un inolvidable curso de Geometría Sagrada.
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