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jueves, 1 de agosto de 2013

LA FUERZA DEL HEXAGRAMA MÍSTICO

LA FUERZA DEL HEXAGRAMA MÍSTICO

1 de agosto de 2013


Después de múltiples eventos triádicos en los cielos  (íntimamente relacionados con el desarrollo y crecimiento evolutivo de la conciencia humana), nos encontramos en el escenario de Leo (auto-cociencia, individualización) con la estrella de David del pasado día 29, revelándonos el siguiente movimiento hacia la integración, hacia la completa gestión y sabiduría de las múltiples fuerzas de vida que se expresan en la familia humana.

La manifestación del hexagrama místico nos acerca a la comprensión sutil del orden cósmico, donde Espíritu y Materia (puntos opuestos de una misma fuerza, el primero en su grado más sutil, el segundo en su grado más denso), se abren camino hacia su manifestación completa, insuflando una tendencia y un ritmo hacia el mismo centro del ser, hacia el camino medio donde la dualidad es trascendida y elevada al sagrado encuentro, al matrimonio celestial que da origen a la vida.

Los impulsos transmitidos a través de la constelación de Leo nos revelan el complicado proceso de la individualización (ser completo, íntegro) y el gran sextil de los cielos simbólicamente nos dibuja el encuentro entre los triángulos manifiestos del ser, el encuentro entre la triáda superior y la inferior, entre la recepción y la acción, entre la invocación y la evocación, que en sagrado matrimonio (fusión) generan un gran centro o quinta esencia, donde la armonía de los opuestos debe conducirnos al poder, a la trascendencia, a la capacidad de movernos en el espacio (Espíritu) y en el tiempo (Materia).

El manejo de las fuerzas multidimensionales que lentamente afloran en los procesos psicológicos y emocionales de la humanidad, es un largo sendero de aprendizaje que sólo puede iniciarse verdaderamente (sin espejismos astrales) cuando la manifestación completa de cada una de las energías y tendencias que custodiamos, puede expresarse con totalidad, con libertad, con la fuerza de Prometeo quien por fin ha roto sus cadenas mentales y sociales.

Con cada travesía por los puntos de influencia cósmicos hemos podido ser cada vez más conscientes de nuestra relación total con los distintos transmisores de fuerza del universo. Una pincelada de totalidad que lentamente va marcando la tendencia de la personalidad, que poco a poco va abriendo las puertas a la realidad sutil del Alma y que nos permite adentrarnos en realidades e inspiraciones macro-cósmicas sintiendo las caricias de una inteligencia superior, de un propósito que requiere la capacidad de síntesis de una mente que progresa, que se expande, y que poco a poco va desarrollando nuestra percepción para asentar el principio “todo es energía” del que habla la Doctrina Secreta.

Así en los distintos niveles que vamos atravesando a medida que permitimos el proceso alquímico de la caída de los velos, nuestra mente, nuestro campo astral, nuestro bioritmo va adquiriendo una natural tendencia hacia el sendero de retorno…

Un espacio subjetivo del Ser, donde no intervienen las causas pasadas, ni los prejuicios, ni las ideas, ni los deseos…un lugar sagrado y desconocido, un vacío prodigioso donde todo lo nuevo puede originarse…un gran caos a veces (las crisis existenciales son los más grandes empujes de crecimiento consciente), que sin nuestra intervención “lógica-concreta” va permitiendo lentamente la actividad y crecimiento perfecto de un nuevo ser humano, capaz de manejarse en un maravilloso nuevo sistema de co-relación e interactuación con las fuerzas más sútiles y completas del universo.

Atravesamos la “la puerta de los hombres” con una percepción renovada. La manifestación de la luz oscura (materia más densa, astrales inferiores) y la manifestación de la luz del día (capitaneada por la fuerte actividad del Ángel Solar) ha producido el primer encuentro, la primera prueba que como “agentes mediadores” (conciencia crística-álmica) debemos llevar a cabo. 

La fusión entre el Guarda del Umbral y todo su poder sobre la substancia, y el Ángel Solar quien concreta el vínculo inmaterial entre las inspiraciones y propósitos divinos.

Su encuentro, su matrimonio, su concentración de fuerza bajo el mismo escenario de Amor, produce la fusión del cerebro  y la mente, otorgándonos el desarrollo de la glándula pineal, una de las primeras expansiones de conciencia, un punto fijo, neutro, vacío donde la conciencia planetaria es indivisible, donde el mundo intuicional comienza su andadura para dirigirnos a la conciencia solar y progresivamente a la conciencia cósmica.

Los distintos estados y movimientos de nuestra conciencia en esta senda evolutiva nos vinculan continuamente al mundo inmaterial, a la energía y sus proyecciones, sus cualidades, su intercambiabilidad y su potencial atrayente, constructivo, evolutivo…”Todo es energía, yo soy energía”…

Esta idea es el principio fundamental donde la dualidad se convierte en una fuerza vital complementaria, donde los escenarios etéricos pueden conducir las potentes y perfectas energías de vida macro-cósmicas, donde el cuerpo planetario puede terminar expresando la fuerza crística, que le permita elevarse sobre los karmas pasados, engendrando en su vientre una nueva fraternidad, una nueva era dorada de paz en la tierra.

Así en las distintas puertas y salones de espejos que cruzamos iluminados por la luz emergente del Ser capaz de ser el “observador y lo observado” no existen sombras ni dualidad…y es desde ese estado de “aceptación” de mi mismo, donde la semilla del fuego puede trascender y sacralizar sin “quemar”, dándonos muestras de la mayor alquimia (el mar de fuego) Agua y Fuego, Tierra y Cielo, fusionados, sintetizados en una gran corriente divina de donde surge la perfecta existencia.

Un paso más hacia la integración, un nuevo movimiento expresivo y creativo de la vida que mora en nosotros. Un nuevo viaje por todos los canales que abiertos y en total actividad deben encontrar las perfección del origen, su tendencia, su ritmo, su centro para ejercitar la magia blanca, para desarrollar la era de acuario donde la cruz del sufrimiento se desvanece para transformarse en el gran mediador, en el Cristo interno-Cósmico, donde todas las fuerzas se elevan en consonancia, en armonía dando nacimiento al Gran Amor, a la expresión total de un sistema femenino de Amor-Sabiduría, luz, faro, guía…de las múltiples expresiones y fuerzas de las que somos custodios.

“Lo que yo te digo en la oscuridad, háblalo tú en la luz”
Namasté

Anabel.C.Huertas


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