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martes, 13 de enero de 2015

Dejar Ir No es Renunciar… (O, Si Me Amas, Déjame Libre) - por Andréa Balt

Dejar Ir No es Renunciar… (O, Si Me Amas, Déjame Libre)

- por Andréa Balt

"Antes de aprender a obtener, deberíamos aprender a dejar ir. La vida está hecha para acariciarse, no para estrangularse. Tienes que relajarte, algunas veces deja que todo pase, y otras, sigue adelante con todo ello."
– Ray Bradbury 

¿Te ha pasado que tu corazón anticipa algo mil años antes que tu mente, y cuando la mente al fin se da cuenta de éso, la nueva realización se empieza a sentir como un tercer brazo, un cuarto ojo o una amistosa sombra a la cuál finalmente aceptas?  

¿Por qué el corazón está tan ansioso por convertirse en lo nuevo mientras la mente no quiere dar ni un paso? ¿Por qué estamos tan encariñados con nuestras estructuras mentales? - incluso cuando han pasado de ser amigos a enemigos - ¿por qué estamos tan apegados a nuestra zona de confort, incluso cuando se interpone entre nosotros y nuestra creativa (r)evolución?, ¿por qué nos aferramos tan desesperadamente a un amor que una vez nos dio vida y ahora nos la está quitando?

¿Qué es estar a Salvo? En cualquier momento estamos bailando entre la vida y la muerte, a un paso de hacer que nuestras vidas funcionen y a otro del desastre y el caos. La muerte está descaradamente entrelazada con la vida, la tristeza está también en el corazón de la alegría, la oscuridad le paga su precio a la oscuridad.

Nadie sobrevive. Ni tú, ni yo, ni nadie que hayamos conocido. Y sin embargo, la vida continúa. Sin ti o sin mí como la conocíamos, sino sólo con las piezas que dejamos atrás, con los nuevos mundos que creamos mientras desangrábamos nuestra verdad en éste.

¿Por qué seguimos aferrándonos (con garras ensangrentadas) a lo que tanto nos lastima? 

Como lo hago siempre en mis investigaciones del alma y en mis experimentos del corazón, me tomo a mí misma como Sujeto Cero.

Así que he aquí mi ilusión, dividida en 4 partes igualmente engañosas:

1. Miedo¿Qué pasa si me caigo? (Pero, ¿y qué pasa si vuelas?) ¿Qué pasa si ya estoy cometiendo otro error? (Supongo que no lo sabrás hasta que lo intentes) ¿Qué pasa si pierdo? (Pero, ¿qué es lo que realmente “tienes” que perder? Aquello que es realmente tuyo, jamás te lo podrán quitar - ni siquiera la muerte, en todo caso, la muerte nos reúne con la totalidad. Y aquello que no es nuestro, bueno - no podemos perder lo que no es nuestro, ¿ o sí?) 

2. Familiaridad, confort, miedo, necesidad de control. — Yo soy el universo sin forma, pero también soy esta forma, este cuerpo, esta mente, esta alma; y este YO temporal opera por hábito. Y cuando este sujeto que he llegado a conocer y amar como Yo experimenta cualquier interrupción en sus hábitos - incluso si esos hábitos lo están matando poco a poco - entonces, la ‘bestia’ se defiende.

El confort y la familiaridad son el pegamento que sostiene nuestro sentido del Yo. Pero también pueden obstruir nuestros poros y bloquear la entrada de una nueva luz.

Somos rápidos para juzgar aquello que no podemos entender, y lo hacemos para alimentar nuestra obsesiva necesidad de control: frenamos nuestro sentido salvaje a toda costa, llenamos nuestro desconocido territorio con teorías acerca de la supervivencia, ponemos todo en el lugar “correcto”. Pero ¿qué es lo correcto? y, ¿cuál es su lugar? Somos nuestros únicos paradigmas.

Nos sentimos aterrados ante lo desconocido, ante todo lo que se atreva a vivir libre y descaradamente fuera de nuestra zona de confort. Nuestra mente se marea con la sola idea de volar sobre el vacío que se extiende entre lo que somos y en lo que debemos convertirnos.

3. Asociación — Si me tomó tanto tiempo construir este negocio, conocer y amar a esta persona, crear este empleo, oportunidad, circunstancias, nutrir esta amistad, construir este mundo que se ha convertido en mi muerte… (etc.) entonces me llevará, por lo menos, el doble de tiempo hacerlo de nuevo. Y francamente, estoy agotado.

Pero si sigues muriendo, ¿cómo vas a vivir de nuevo? ¿Cómo esperas que sea la vida desde esta falta de vida? La falta de acción nos lleva a la falta de propósito. La falta de propósito nos lleva a la falta de pasión. La falta de pasión nos lleva: EN PRIMER LUGAR - a la desesperación; EN SEGUNDO LUGAR - al resentimiento; EN TERCER LUGAR - a un estado comatoso de indiferencia. Y esto, mi loco amigo, es el enemigo número uno de la vida y el amor: la indiferencia, no la muerte.

"Trataron de enterrarnos.
Pero lo que no sabían
es que éramos semillas”.
- Proverbio mexicano
4. Orgullo — No es justo. La parte de mí que he sacrificado en mis errores, el oxígeno que he consumido, las ideas que he desperdiciado, todas las historias que he creado en torno a quién quería ser y  todo lo que realmente quería hacer, ¿qué pasará con todo eso? ¿Qué les pasará a las semillas que han caído de mis ramas? ¿Soy sólo una sombra de mi propio deseo? ¿Qué hay de todo el polvo de estrella que lancé al viento? ¡Cuánto he perdido!…

El orgullo es otra forma de egoísmo. Es un sentido limitado de lo que TÚ eres y lo que TÚ has hecho y lo que TÚ mereces. El TÚ real es eterno, está en constante evolución, en constante movimiento, desapegado de cualquier marco específico de percepción, circunstancia, proyecto o persona.
Para trascender del egoísmo a la generosidad, para pasar de ser Víctima a Creador, debes ser lo suficientemente valiente como para caminar en el fuego de tu propia destrucción percibida. (Recuerda, lo que es realmente tuyo jamás desaparecerá, sin importar cuánto llegues a perder.)

El tiempo no sana — nosotros sanamos. Pero el tiempo es como una curita, como una tirita. Eventualmente levantará la cortina y dispersará la niebla.  El tiempo no dice mucho, demuestra. POR FAVOR, DEJA QUE TE MUESTRE, CONFORME TE LIBERA.

¿Cuáles serían las señales de que es hora de dejar ir? 

Esto debe ser simple, de verdad. Si algo no te da alegría, no es tu revolución. No me importa lo bien que esto se vea escrito, o qué tan bien se sienta potencialmente. Sólo me importa la forma en que esto te desangre, realmente, - ¿se trata de una transfusión de sangre o de una ilusión vampírica?

Pero, ¿Cómo distinguir entre las dificultades pasajeras que cualquier relación debe tolerar (ya sea con una persona, un negocio, una misión, un empleo, un proyecto) y la crónica y eventualmente fatal enfermedad de estar luchando con los gigantes invisibles que tú mismo has creado?

Aunque seamos capaces de manejar un estrés y una tristeza prolongada, estamos equipados para el éxtasis. Nuestras defensas pueden ser fuertes, pero no somos invencibles. 

Cuando estás constantemente privado de lo que impulsa tu evolución - desde el sustento más básico de la vida, como el alimento, el agua, el sueño - hasta las más grandes, pero igualmente vitales necesidades humanas como el amor, la rebelión, la creatividad - simplemente te acabas. Cuando lo único que haces es retirar de la cuenta de tu corazón, es muy probable que termines en números rojos.

Somos fuertes, pero somos frágiles. Somos eternos, pero mortales. Hay un límite para nosotros, así como hay una parte de nosotros que es ilimitada.

Tu estado natural de ser es rebosar deseo, abundancia y vitalidad. Tú no eres una linterna, eres un faro. No eres una vela, eres el fuego. Esa oscuridad extendida terminará por sacarte de la jugada y hará al mundo un poco más ciego.

Cuando algo/alguien constantemente te quita sin darte nada, es momento de dejar ir. Cuando alguien/algo no contribuye a tu vitalidad, sino que te mantiene esclavo de su percepción, miedo, condicionamiento, circunstancias, actitud y del paradigma del mundo entero, es momento de dejar ir. 

Cuando has agotado tus deseos de luchar contra una realidad despojada de todo deseo, cuando te has convertido en el demonio que antes condenabas, cuando te has convertido en la sombra muerta de tu propia vitalidad, es momento de dejar ir.

Nuestro corazón va años luz por delante de nuestra mente. Esto hace que sea fácil para nuestra adorada mente mantenernos encadenados al esqueleto de lo que fue una persona, un proyecto, una revolución, un deseo que solía tener el sabor a Nosotros. 

Y nos mantenemos allí y nos castigamos a nosotros mismos, porque hasta cierto punto, eso SOLÍA darnos alegría. Eso SOLÍA importarnos, eso SOLÍA significar algo. SOLÍAMOS tener esperanza, SOLÍAMOS dar buenas batallas, eso SOLÍA valer la pena.
Y sin embargo, y sin embargo, y sin embargo…

"Una vida dedicada a cometer errores no es sólo más honorable, sino más útil que una vida dedicada a no hacer nada."
- George Bernard Shaw

Lo que me ha llevado años comprender es que, sin importar el resultado de cualquier situación,

NUESTRO AMOR NUNCA ES EN VANO.
NUESTRO DOLOR NUNCA ES INÚTIL.
NUESTRAS SEMILLAS SIEMPRE DAN FRUTO.

Quizás no el tipo de fruto para el cual definimos nuestro Edén. Así entra el Sr. Libre Albedrío.

Cada organismo en el cosmos (persona, animal, planta o incluso la vida intracelular) está sujeta al libre albedrío. Esto significa que existe la posibilidad de que este organismo se rebele y diga NO a su propio desarrollo, o que elija otra forma de desarrollarse que no esté de acuerdo con la tuya.

La rebelión está en el centro de todo lo que hacemos y somos. Debemos aceptar la rebelión, debemos levantarnos y unirnos a la rebelión en contra de cualquier forma de tiranía o control, incluso cuando el tirano viva dentro de nuestros huesos - especialmente cuando los guardias de esa prisión seamos Nosotros mismos — y debemos seguir combatiéndolos con creatividad. 

Y así es como se siente el Arte de Dejar Ir. Al mismo tiempo que aceptas la rebelión de los demás cuando te dicen que no, a través de ser ellos mismos - tú también debes rebelarte en contra de la esclavitud de co-existir con seres, circunstancias, proyectos o ideas que no estén alineados con los tuyos.

Parece sangriento por fuera, pero por dentro, es un hermoso intercambio de vitalidad. Al dejar ir, estás aceptando lo que es. Y al aceptar lo que es, estás respetando el derecho que cada organismo tiene de rebelarse en la aventura de convertirse en sí mismo — empezando por TI.

No puedes cambiar a las personas, ni las circunstancias, ni las situaciones. Sólo puedes alinearte con ellas. O no.

ESTO ES LO QUE PASA CON LA LIBERTAD: Deja de ser libertad cuando se impone. No puedes despertar a nadie. No puedes liberar a nadie que no se haya liberado a sí mismo. Lo único que puedes hacer es ser. Lo único que puedes ser es libre, tú mismo.

Las personas con complejo de héroe (como yo, y como probablemente tú) casi nunca son capaces de digerir esto. Y sienten que — debido a que son visionarios y todo lo que ven rima con potencial, y todos sus caminos conducen a la Utopía — tienen el poder de abrirles los ojos a los demás, o de abrir sus puertas y hacerlos ser…

Y con el tiempo, en lugar de enfocarse en su propia aventura de ser ellos mismos — que es el único campo de acción, el único reino sobre el cuál tienen alguna autoridad — terminan peleando la estéril lucha de alguien más.

5 Lecciones sobre Dejar Ir que nos Debieron haber Enseñado en la Escuela

Porque en lugar de memorizar todas las guerras que han habido, los largos nombres de los presidentes y los amoríos de los reyes, debimos haber aprendido a memorizar todo acerca de nosotros mismos.

1. Dejar ir no es renunciar. Renunciar a tu propio devenir, debido a las dificultades que se dan en el camino y a las batallas momentáneas que han de pelearse, es cobardía. Dejar ir lo que ya no Eres, es valentía. 

La diferencia que hay entre las dos es la Alegría. ¿Te está dando alegría, a pesar del dolor? ¿Es algo en verdad significativo para tu corazón, a pesar de la sangre que estás derramando? La alegría es como una flor que se abre paso por el más imposible de los cementos. Es suave, pero imparable.

Todo en esta vida es una transacción — desde las transacciones más antiguas, sagradas y naturales, hasta las más banales. Tan sólo tienes que medir, en tu propio caso, si el grado de corazón que inviertes en algo (o alguien) concuerda con el grado de corazón (conocido como, alegría y vitalidad) que recibes a cambio. Si no es así, DÉJALO IR.

2. Dejar ir no es algo pasivo, sino algo activo y revolucionario. Hacen falta agallas y movimiento. Cuando dejas de evolucionar, dejas de moverte. Cuando dejas ir lo que se está interponiendo en el camino de tu evolución, comienzas a moverte de nuevo. Tu sangre empieza a fluir, tus órganos funcionan, vuelves a la vida como si nunca la hubieras abandonado — y cualquier tipo de resurrección da inicio a una revolución creativa.

3. Dejar ir te hará libre, pero primero te desangrará. Al igual que la verdad en un principio te resultó molesta, dejar ir hará que tu cuerpo se enfurezca. Somos criaturas de hábitos y esto incluye nuestro corazón. Incluso cuando nuestros hábitos nos están lastimando, nuestros Yoes Territoriales se pondrán en guerra cuando intentemos dejarlos ir. Nuestro cuerpo recuerda lo que nuestra mente desea olvidar.

Sigue a tu corazón, pero sólo cuando hayas identificado tu Norte. No confundas lo que es el corazón con los hábitos del corazón. En su lugar, crea nuevos hábitos tomando medidas sin precedentes hacia el Norte que necesitas — el que toma en cuenta todas y cada una de tus partes, la verdad que te da integridad, no lo que te destruye.

4. Dejar ir es el más poderoso acto de fe, vulnerabilidad y rendición. Hace falta valor para saltar a lo desconocido y confiar en que la creatividad tejerá una red para protegerte. Se requiere de esperanza y de un fuerte amor a tu propio corazón para salvarte de ti mismo. Es fácil ser el héroe de alguien más, pero la misión más importante es convertirte, sin temor alguno, en tu propio héroe.

¿Qué es estar a salvo?
Y, ¿cómo puedes prometer
un amor que no conoces, un corazón
en el que no confías, un hogar
en tu pecho que aún no reconoces?
Yo no quiero estar a salvo,
Prefiero pedir perdón.
No necesito ser más,
Prefiero ser todo,
o la nada estrellada
de la cual provengo.
Quiero el tipo de peligro
que convierte el miedo en combustible
y las lágrimas en ojos,
la oscuridad en maravilla,
lo que no tiene vida en pulmones,
el allá en aquí,
el algún día en ahora.
- Andréa Balt

5. Dejar ir es la única manera de abrazar el cambio. Yo no soy una persona. Tú tampoco. Somos colecciones únicas de momentos, hábitos, circunstancias, acontecimientos, gente que hemos conocido, amado y desamado, corazones que hemos tocado y corazones que nos han tocado. Todo lo que sé acerca de nosotros es que somos Cambio.
Y agua.

Nuestros cerebros y corazones son 73% agua, nuestros pulmones hasta un 83%. El resto de nosotros es 60% agua. ¿Qué es esa pesadez en el interior que se niega afluir? ¿Qué tipo de compuertas hemos construido alrededor de nuestro corazón que no pueden ser abiertas?

Un consejo líquido de Bruce Lee:

"Sé como el agua que se abre camino por entre las grietas. No seas tajante, pero adáptate al objeto, y encontrarás una vía alrededor o a través de él. Si nada dentro de ti se mantiene rígido, las cosas de fuera se revelarán a sí mismas. Vacía tu mente, sé sin forma. Sin forma, como el agua. Si pones agua en una taza, el agua se convierte en taza. Si pones agua en una botella, ésta se convierte en botella. Si la pones en una tetera, se convierte en tetera. Ahora, el agua puede fluir suavemente o estrellarse. Sé agua, amigo mío."

“El corazón tiene sus razones, y la razón no sabe nada acerca de ellas.” — dice Pascal.

"El corazón tiene ventanas que tus ojos aún no abren, puertas que sólo pueden ser abiertas a través de saber que sólo tú eres la llave.
El corazón recuerda el antiguo lenguaje que olvidaste.
No necesitas dar explicaciones.
No necesitas entenderlo aún.
No necesitas ver para creer.
Todo lo que necesitas es seguir latiendo  y viviendo las preguntas.
En su momento, te convertirás en tu propia respuesta. “
- Andréa Balt

Voy a repetirlo, nadie sobrevive. Pero algunas personas viven. Yo quiero ser una de ellas. 

Y para ser una de esas personas, necesito viajar ligero. Y para viajar ligero, necesito desarrollar la habilidad de pararme en el precipicio de mi propia, auto-creada, entropía, y en lugar de caer, volar. Porque, la diferencia entre caer y volar, realmente depende de mí.

Quiero mirar de frente a los monstruos que he creado, y en lugar de disgustarme por mi propio fracaso quiero convertir a los sapos en amantes, amar a mis demonios como cuando en un principio creí que eran ángeles. Y después, quiero dejarlos ser. Quiero que mi pecho sea lo suficientemente grande como para contener a mis dos corazones — el ilusorio, que tiene que morir en cada momento, y el que debe resucitar de sus cenizas.

Mi mundo, tu mundo, debe ser lo suficientemente inmenso como para dar cabida a nuestros propios Frankensteins. En lugar de asesinar a nuestros errores e intentos fallidos, debemos matar el orgullo que hace que resulte tan doloroso mirarlos a los ojos y romper los barrotes que nos mantienen encerrados junto con ellos. Y liberarnos mutuamente.

Debemos portar nuestro dolor y nuestras historias de redención como banderas de oración, y no como estigmas o deshonras. 

Entonces, si tú me amas, si yo te amo, si tú te amas, si yo me amo, por favor, ten la valentía, dame la valentía, por favor, ten las agallas, dame las agallas, para dejarte ir, dejarme ir.

Cualquier cosa que sea tuya, nunca te abandonará. Los nombres que les ponemos a nuestros amores, a nuestros intentos, a nuestras revoluciones, son sólo nombres. Las fuerzas como el amor, la rebelión, la creatividad, son universales. No necesitan nombres específicos ni de determinadas personas para manifestarse. 

Lo único que necesitan es una mente líquida y un corazón bien abierto. El indescriptible TÚ creando tu propio mundo y participando en esta historia de amor con la vida, el TÚ en constante evolución y devenir, siempre permanecerá.

El grado en el que te das cuenta que no tienes nada, ni nadie a quien perder, y que en cambio, tú ERES algo que ganar y alguien para crear, determinará tu destino y el resultado de todas tus creaciones y rebeliones, de todos tus amores y revoluciones, de todo lo que se quede Contigo y de todo lo que dejes atrás.

En el Inicio…
Y cada día fue una segunda oportunidad. Y la intensidad de nuestro aliento fue medida sólo por aquello que se llevó. Y las mejores canciones no estaban aún escritas, y los lugares más misteriosos — sin descubrir, aguardando el sonido de nuestros pies. Y todo seguía siendo tan nuevo que aún no teníamos nombres.
Quisimos construir un lenguaje más amable, que amara tanto indicar como vivir para contarlo. No fuimos ingenuos ni descuidados, sabíamos que el costo de la vida era la vida misma. Sabíamos que no había otro camino más que a través del fuego, pero este fuego nuevo no nos consumió ni nos robó el oxígeno, porque habíamos aprendido, con el tiempo, cómo ser agua.
(Traducido por Tarsila Murguía)

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