El Manhattanhenge se produce dos veces al año cuando el sol,
en su ocaso, se alinea casi hasta la perfección con las calles de la
gran manzana. La imagen imponente del sol anaranjado entre los
rascacielos logra lo que nadie: detener el tiempo en una de las ciudades
más vertiginosas del planeta.
Justo cuando se produjo el alineamiento, a las 20:15 del miércoles 29
de mayo, miles de neoyorquinos se volcaron a la calle para contemplar
el momento. Todos, absolutamente todos, sacaron sus celulares para tomar
una foto.
Aquellos que se lo perdieron no tendrán que esperar mucho tiempo para
disfrutar de algo similar: el 12 de julio volverá a repetirse a las
20:23.
El nombre de este fenómeno fue creado por Neil deGrasse Tyson,
director del Departamento de Astrofísica del Hayden Planetarium del
Museo de Historia Natural de Nueva York, inspirado en Stonehenge, el
monumento megalítico situado cerca de Amesbury, en el condado de
Wiltshire (Inglaterra) compuesto de piedras dispuestas en círculo en el
que, durante el solsticio de verano, el sol se alinea con el eje de la
construcción, lo que indica el cambio de estación.
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